
Donatella Pietrantonio. Foto: Claudia Paparelli 2m1f40
Donatella Di Pietrantonio, Premio Strega: "Vivimos inmersos en la violencia. Todos somos supervivientes" 5r3i
La escritora italiana reivindica en 'La edad frágil' los derechos de las mujeres a través de la historia de un feminicidio ocurrido en su país en 1977. 584x2n
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Era el verano de 1997 cuando Diana, su hermana Silvia y su amiga Tamara decidieron escalar el monte Maiella (Italia). En el camino se cruzaron con un hombre y le preguntaron por la dirección. Poco después, se dieron cuenta de que las seguía.
Al llegar al bosque, sacó un arma y las obligó a desnudarse. Disparó a dos de ellas y persiguió a la tercera con intención de violarla y matarla. Diana y Tamara no volvieron nunca de aquel monte; solo Silvia, de alguna manera, logró salvarse de aquel horror.
Donatella Di Pietrantonio (Arsita, 1962) viajaba hacia Roma cuando desde la autopista vio aquella montaña. Hacía sol, la nieve empezaba a derretirse y la cima brillaba. Fue en ese instante cuando todo volvió a ella.
“En realidad, esa montaña puedo verla también desde las ventanas de mi casa. Sin embargo, ese día, con aquella luz, recordé aquel episodio de crónica de sucesos: el doble feminicidio que ocurrió allí en 1997”, explica.
Se preguntó por qué no había vuelto a pensar en ello y por qué, como comunidad, tampoco habían vuelto a hablar del tema. Entonces empezó a releer todo lo que se había publicado en la época y, en poco tiempo, se convirtió en una obsesión.

Así nació La edad frágil (Duomo Ediciones, 2025) ganadora del prestigioso Premio Strega 2024. “No quería reconstruir fielmente un hecho real, sino utilizarlo como punto de partida, integrándolo con mis otras necesidades narrativas”, afirma la escritora.
Sin embargo, escribir sobre una violencia tan cruel, que además nos interpela a todas, fue una experiencia dura. Di Pietrantonio estudió el caso, revisó los documentos judiciales y habló con la fiscal que llevó la causa.
Solo así comprendió cuánto ha cambiado el mundo desde entonces: “Aunque aún nos queda mucho camino por recorrer, también entendí lo lejos que hemos llegado. En aquella época ni siquiera teníamos las palabras para nombrar ciertas cosas”.
Hoy, Di Pietrantonio habla de un doble feminicidio, aunque en el libro no usa esa palabra. En aquel entonces, se hablaba del “crimen del mundo”. “Entonces creo que a nadie se le ocurrió pensar que aquellas chicas fueron asesinadas por ser mujeres, sino por un encuentro casual con su asesino”.
En ese momento no había conciencia de eso. Se decía: “han matado a dos chicas”. “Por eso quería renombrar los hechos con las palabras de hoy”.
Las supervivientes 425b4q
La autora quiso hacer justicia a través del lenguaje, pero también de la memoria. Y sobre todo, quiso reivindicar a las supervivientes. El libro está dedicado a todas las mujeres que han sobrevivido, porque, cree, se las olvida demasiado pronto.
“Nos recuerdan que la violencia existió, tendemos a considerarlas simplemente afortunadas por haber sobrevivido, olvidando que sus vidas quedan marcadas para siempre por ese antes y después del trauma”.
Silvia Olivetti, la única superviviente del ‘Massacro del Morrone’, nunca quiso hablar con nadie. En 1997 dio una declaración extensa. Colaboró, y gracias a su testimonio el asesino fue arrestado de inmediato. Pero después, nunca volvió a hablar del tema, ni siquiera con las personas más cercanas.
Di Pietrantonio respetó siempre a las personas involucradas, cuidando de no traspasar límites. “Para mí, ese feminicidio fue solo un punto de partida que transformé por completo”. Habló con el marido y otras personas, y tras publicar el libro, conoció a la familia de una de las víctimas. “Fue un encuentro conmovedor y muy duro, porque entras en o con el dolor de forma directa. Lo tienes frente a ti, no puedes huir”.
Una de las personas que más la ayudó a seguir adelante con el libro fue la magistrada Lalla Scotellaro. Di Pietrantonio cuenta que aquel fue el caso de su vida. “Reabrir la memoria de ese crimen fue algo muy fuerte, porque en aquel momento tuvo que dejar completamente de lado sus emociones para poder actuar con profesionalidad. Y ahora, con la distancia de los años, ha podido vivir ese fragmento de su vida de una manera más completa”.
Los cuerpos frágiles 6bo5w
Aunque el caso ocurrió en 1997, La edad frágil está ambientado en la época de la pandemia. Los hechos se narran a través de Lucía y su hija Amanda, que regresa a casa durante el confinamiento y se encierra en su habitación, en plena crisis personal. “Me interesaba ese eco entre su encierro personal y el encierro colectivo que afectó a todo el planeta. Creo que para muchos jóvenes hubo una superposición: una crisis íntima, muy bien anclada en el presente”.
El libro no busca ser una reconstrucción documental. Lo que hace la literatura nunca es contar fielmente un hecho real. Por eso Di Pietrantonio tuvo que enfrentarse a una pregunta clave: ¿qué encuentra una escritora en un episodio de sucesos? ¿Y cómo se conecta esa realidad con las urgencias narrativas de quien escribe? Así comienza el proceso de transfiguración, transformación e incluso de falsificación de lo real.
Entre los elementos que obsesionaban a la autora, uno en particular destacaba por su carga humana. Algo que ya la había impresionado en el caso de "la masacre del Circeo" fue que, para salvarse, la superviviente se hizo la muerta. “Me he imaginado muchas veces ese instante en el que una mujer se ve obligada a apagar completamente la conexión con su cuerpo y a intentar, desesperadamente, salvarse a través de una mímesis con la muerte. Es decir, salvarse fingiendo estar muerta”.

Donatella Pietrantonio. Foto: Claudia Paparelli
Ese fue el punto de partida del libro. Pero también está el sentimiento de culpa: haberse salvado fingiendo estar muerta, mientras las otras dos eran asesinadas. Y a partir de ahí, la fragilidad se convierte en un hilo conductor y cada personaje invita al lector a considerar la suya propia.
Está la vejez, marcada por la monotonía y el trabajo manual que consume sin ofrecer descanso y la carga que asumen las mujeres obligadas a cuidar tanto de los hijos como de los padres. “Es una situación muy común para muchas mujeres de esa edad, también para mí, donde te sientes tironeada por todos lados, sin espacio para cuidar tu propia fragilidad”, confiesa la escritora.
Protegernos del silencio 21j6z
El silencio, con sus múltiples formas, atraviesa toda la obra de Di Pietrantonio. Está el silencio de la represión, el de la negación, y ese otro más profundo y dañino: el de lo no dicho, lo que no se nombra pero se transmite de generación en generación.
“Pensé, después de escribir el libro, que la agresión sufrida por Amanda en Milán era necesaria para conectar con lo que todos llamaban ‘el Hecho’, romper ese tabú y devolverle la palabra, el sentido”, explica la autora.
También está el silencio de los personajes mayores, los patriarcas: un silencio lingüístico, fruto de la falta de herramientas emocionales para nombrar los afectos y las relaciones. “Mi reto fue contar ese silencio con las palabras de padres que no tienen una gramática para relacionarse con sus hijas. Lo viví en mi juventud. Pero incluso ese silencio era un idioma: había que saber leerlo. A veces era una amenaza, el preludio de una violencia que obligaba a apartarse a tiempo”.
Pietrantonio cuenta que luchó por emanciparse del lugar donde nació, de su padre, de ese patriarcado moral tan duro. Pero que aun así, decidió quedarse, quizá como una forma de obediencia secreta a ese mandato familiar que quería a las hijas cerca, para convertirse en ‘los bastones de la vejez’. “Una expresión que siempre me pareció horrible. Y sin embargo, escribiendo La edad frágil, también me dije que, en el fondo, siendo hija única, no tuve la fuerza de alejarme y dejarlos solos”.
El viento político
La edad frágil narra muchas formas de violencia: algunas evidentes, otras más sutiles. “Probablemente, este es el libro en el que más he hablado de ello”, dice la autora. “Escribiéndolo, me di cuenta de cuánta violencia he vivido también yo. Por eso quise contar esa permisividad de la violencia en lo cotidiano”.
Cómo esa violencia se ejerce, sobre todo, dentro del entorno familiar, ese que debería ser el más protector. Cómo se acumula hasta destruirnos por un lado y anestesiarnos por otro. “Vivimos inmersos en la violencia. Hasta el punto de que, quizá, todos somos un poco supervivientes. Porque incluso cuando salimos por la mañana y tenemos la suerte de tener una familia amable, ya estamos preparados para lo que encontraremos afuera”.
En este libro decidió narrar, en el fondo, un trauma colectivo. Primero, para la pequeña comunidad en la que sucedieron los hechos. Pero también, de algún modo, para toda Italia. Dos chicas asesinadas mientras caminaban por la montaña, y una tercera que logra sobrevivir. Ese olvido que vino después de la conmoción del momento, después de la excitación mediática, fue muy injusto.
“Veo que Italia es un país donde incluso se están cuestionando derechos que yo daba por adquiridos, por garantizados. Y, sin embargo, hay un viento, relacionado también con la política, que parece querer ponerlo todo en duda de nuevo. Derechos elementales, como el de expresar libremente nuestras opiniones”.
Es como si la sociedad italiana viajara a dos velocidades: una parte avanza, otra retrocede. “No es agradable de ver. Ni de vivir. Para mí, España va diez pasos por delante”.