
Andrés Coy, endocrino.
Andrés Coy, endocrino: "Las personas que no desayunan tienen más probabilidades de tener sobrepeso u obesidad"
La omisión del desayuno afecta negativamente varios sistemas del cuerpo que regulan el peso corporal.
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En España, más de la mitad de la población adulta sufre de sobrepeso u obesidad, una problemática que ha ido en aumento en las últimas décadas. Según datos recientes, cerca del 40% de los adultos presentan sobrepeso, mientras que alrededor del 17% padece obesidad.
La falta de actividad física, un estilo de vida sedentario y, especialmente, los cambios en la dieta, son algunos de los factores que contribuyen a estos datos. Según los expertos y de acuerdo a las investigaciones, hay uno de ellos que influencia en mayor medida y es saltarse el desayuno.
Tal y como explica el endocrino Andrés Coy, "cuando no desayunamos, la siguiente comida —bien sea el almuerzo o el snack de media mañana— suelen ser porciones mucho más grandes debido al hambre y la ansiedad".
El riesgo de las personas que no desayunan
El desayuno ha sido, durante años, reconocido como la comida más importante del día. Una afirmación que, realmente está infundada en que, al ser la primera comida después de un largo ayuno nocturno, el cuerpo necesita energía y nutrientes para funcionar correctamente.
A pesar de que en los últimos años los expertos hayan tratado de desmentir el mito, en los últimos años diversas investigaciones han demostrado que omitir o evitar la primera comida del día puede tener consecuencias graves, como el sobrepeso o la obesidad.
En los metaanálisis se descubrió que saltarse el desayuno está asociado con el sobrepeso/obesidad, y, además, aumenta el riesgo.
Un fenómeno que puede explicarse por una interacción entre factores fisiológicos, metabólicos y conductuales que se ven alterados, pero también por nuestros propios hábitos, ya que al no desayunar, tendremos más hambre en la llegada del almuerzo.
Desde una perspectiva fisiológica, nuestro cuerpo está diseñado para funcionar a un ritmo específico, es decir, tenemos un reloj biológico que regula funciones como el sueño, el apetito, la digestión y el metabolismo en ciclos de aproximadamente 24 horas. En este punto, el desayuno actúa como un "reiniciador" de este reloj.
Cuando consumimos alimentos a primera hora de la mañana, lo que hacemos es enviarle una señal a nuestro organismo de que ha comenzado el periodo de actividad del día, lo cual activa mecanismos hormonales y metabólicos que optimizan el uso de la energía.
Sin embargo, si nos lo saltamos, retrasamos ese ajuste metabólico, lo cual puede provocar una disfunción en la secreción de hormonas clave como la insulina, el cortisol y la grelina.
Desde el punto de vista metabólico, saltarse el desayuno puede provocar alteraciones en la sensibilidad a la insulina y en el metabolismo de la glucosa.
Según los estudios, las personas que no desayunan tienden a tener niveles más altos de glucosa postprandial —aquella que se produce después de comer— y una menor capacidad para manejar los carbohidratos consumidos más tarde durante el día.
Esto puede ocasionar que la grasa corporal se acumule con más facilidad, especialmente en la zona abdominal. Al no ingerir alimentos durante un período prolongado, el cuerpo tiende a conservar energía y ralentizar el metabolismo basal, lo que dificulta la quema de calorías y favorece la acumulación de tejido adiposo.
Sin embargo, según el endocrino Andrés Coy, uno de los mayores problemas de quienes se saltan el desayuno es que promovemos porciones mucho más grandes en las siguientes comidas, puesto que tenemos mucha más hambre.
"Esto va muy de la mano de por qué muchos expertos no recomiendan el ayuno intermitente en todas las personas", indica el experto.
"Cuando uno sabe que no va a comer durante un periodo de tiempo, en esa ventana que sí va a comer, empieza a comer en mayor cantidad", apunta Coy. En este punto, para mantener de peso, el experto no solo recomienda tomar el desayuno, sino priorizar alimentos que nos sacien, como la proteína.