Dos de los 'raveros' de la película de Oliver Laxe

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Cine

'Sirat': Oliver Laxe nos invita a un viaje al infierno en la película que conmocionó Cannes 4i5c6b

Una experiencia sensorial e inmersiva que pivota, esencialmente, sobre la enorme fuerza visual de la puesta en escena de Oliver Laxe y sobre una banda sonora excepcional que firma Kangding Ray. 331n5m

Más información:Oliver Laxe gana el Premio del Jurado del Festival de Cannes por 'Sirat' 6l4x41

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Todo empieza con unas manos casi pasolinianas –los vínculos de Sirat con el autor de La Orestiada africana (1970) son más que notables–. Son las manos que colocan los grandes altavoces para la celebración de una rave en el desierto. Manos de obreros curtidas por el sol y por las heridas de la existencia, llenas de fuerza física y de arrugas vitales. Manos que anuncian un universo con hondas raíces ancladas en lo primitivo y en lo ancestral.

A partir de ese momento, la música martillea sin cesar a la vez los oídos de los espectadores y los de los participantes en aquel trance lisérgico y colectivo, que patean la arena del suelo con ritmo frenético y constante. Entramos de esta manera en un filme que su director abre con una invitación expresa a sumergirnos en lo que se presenta, al principio, como una inmersión sensorial y en lo que se va a descubrir, después, como una vivencia existencial.

Hay una motivación narrativa y dramática, un bastidor argumental, si queremos llamarlo así: la búsqueda que un padre (Sergi López) y su hijo pequeño llevan a cabo de la hermana mayor de este último, acompañados por un grupo de raveros que viajan hacia el interior del desierto en pos de una fiesta lejana donde podría aparecer la muchacha, aunque sin tener ninguna certeza de llegar a encontrarla.

No es la primera vez que Oliver Laxe (París, 1982) propone un viaje a las profundidades de África en busca de una cierta epifanía (recuérdese Mimosas, 2016; aquel título del que su director hablaba como “un wéstern religioso”, un “filme de aventuras físicas y metafísicas”). De alguna manera, por tanto, Sirat viene a prolongar aquel itinerario…

Y esta vez el exergo que abre la proyección nos avisa de que la experiencia no será banal. El descenso a los infiernos y la búsqueda del paraíso se pueden dar la mano si cruzamos el puente del que la película toma su título.

Enseguida comprendemos, de hecho, que aquel endeble andamio dramático (la recomposición del vínculo paterno-filial) no es más que un mero pretexto narrativo para sostener una inmersión cuyo mayor problema se presenta cuando la crueldad hace acto de presencia por primera vez (un giro de guion provocado por una arriesgadísima intrusión del azar no motivado que tiene consecuencias devastadoras): una sorpresa de la que el espectador apenas puede llegar a recomponerse cuando, de pronto, una nueva y sobrevenida intromisión del horror nos hace darnos cuenta de que no estamos en el terreno del melodrama, sino de lo telúrico…

La tremendista sorpresa inicial deviene entonces, simplemente, la antesala del infierno que vendrá después (una vez instalados los personajes en un páramo desértico calcinado por el sol), el preanuncio de una catástrofe que no puede desvincularse –en términos simbólicos– de la que vive hoy en día el continente africano.

Sergi López, en 'Sirat'

Sergi López, en 'Sirat'

Para entonces, la línea argumental y dramatúrgica (incluida la hermosa y progresiva integración de dos modelos de familia muy diferentes que se intercambian afectos: la de los raveros más o menos desarrapados y la del padre y el hijo protagonistas) ha terminado ya por difuminarse y ha dado paso a una experiencia sensorial e inmersiva que pivota, esencialmente, sobre la enorme fuerza visual de la puesta en escena de Oliver Laxe y sobre una banda sonora excepcional que firma Kangding Ray, inseparable del sentido más profundo del filme.

El viaje al interior del desierto va diluyendo así poco a poco sus contornos para dejarnos a solas en medio de un ime sin salida aparente, aunque Oliver Laxe se niega a cerrar el futuro de sus criaturas. El cineasta gallego cree en la necesidad de seguir buscando sin cesar, aunque esa pesquisa se abra finalmente a las múltiples lecturas que puede generar su desenlace (ese tren sobre el que viajan encaramados algunos de los protagonistas, esos raíles que se extienden hasta el infinito…).

¿Nos encaminamos entonces hacia el paraíso prometido (el viaje a La Meca, en términos de confuso ideario musulmán)? ¿Escapamos del infierno como parte de la emigración masiva hacia un destino mejor ? ¿O se trata simplemente de un viaje hacia ninguna parte, en un itinerario ya sin destino y sin sentido?

Son interpretaciones que encajarían perfectamente en el sistema visual y simbólico propuesto por esta película-trance, por esta inmersión trágica en lo más atávico de la experiencia humana llevada hasta el límite, pero el poderoso aliento visual de esas últimas imágenes es tan fuerte, tiene tanta entidad y tanta resonancia por sí mismo –en términos de mera prosa narrativa– que ni siquiera necesita de aquellas lecturas metafóricas para arrebatarnos el aliento a nosotros, los espectadores que hemos acompañado al director y a sus personajes hasta llegar a ese momento…

Sergi López y Oliver Laxe durante el rodaje de 'Sirat'

Sergi López y Oliver Laxe durante el rodaje de 'Sirat'

La conquista no es pequeña, porque Oliver Laxe consigue finalmente aquí, a diferencia del fracaso que Mimosas suponía en un territorio equivalente, que sus imágenes sean capaces de encarnar esa dimensión trascedente que parece buscar.

En el arte del cine, el misterio de lo inefable no se esconde entre la confusión arbitraria, sino bajo las férreas determinaciones del rigor, de la depuración y de la coherencia (Robert Bresson sabía bastante de todo eso). De ahí que Sirat nos atrape, finalmente, en un viaje sin retorno que, ahora sí, nos habla tanto de nosotros mismos como del alma humana. Una experiencia dolorosa, pero también sanadora.

Sirat 72i5n

Dirección: Oliver Laxe.

Guion: Oliver Laxe, Santiago Fillol.

Intérpretes: Sergi López, Bruno Núñez, Richard Bellamyun, Stefania Gadda, Joshua Liam Herderson, Tonin Javier, Jade Ouki.

Año: 2025.

Estreno: 6 de junio