
El primer ministro de Portugal y líder de la coalición del Partido Socialdemócrata (PSD) y AD, Luis Montenegro, vota en un colegio electoral durante las elecciones generales en Espinho, Portugal, 18 de mayo de 2025. Violeta Santos Moura Reuters 3w22z
El conservador Montenegro gana en Portugal, dimite el líder socialista y la ultraderecha roza el segundo puesto 6m365b
La coalición conservadora gana sus segundas legislativas consecutivas con una extrema derecha que sale muy reforzada, pero con la que no habrá pactos. 5m6n3d
Más información: El Gobierno conservador de Portugal expulsará a 18.000 inmigrantes para arañar votos a la ultraderecha en las elecciones 5q1w5h
Luís Montenegro (Oporto, 1973) seguirá gobernando Portugal, como presagiaban todas las encuestas. Y lo seguirá haciendo en minoría, como presagiaban todas las encuestas. No hubo sorpresas, más allá de la eclosión de los ultras de Chega, que están a sólo unas décimas de arrebatar el liderazgo de la oposición a los socialistas de Pedro Nuno Santos.
A falta de que se conozca el sentido del voto en el extranjero, que adjudica cuatro escaños, la Alianza Democrática (AD) de Montenegro (centroderecha) ganó las legislativas, con 89 escaños y el 32,10% de los votos; seguida del PS, con 23,38% de los sufragios y 58 diputados; los mismos que Chega, que tiene el 22,56% de los votos.
Ante este panorama, la consecuencia más inmediata ha sido la dimisión del líder del PS, Pedro Nuno Santos, cuya fuerza ha perdido veinte parlamentarios en el hemiciclo, de 230 escaños.
Con estos resultados, endiablados, el líder del Partido Social Demócrata (PSD, centroderecha) tendrá que tirar de inventiva —y, quizá, de algo más— para sobreponerse a una legislatura de cuatro años que se presenta ingobernable.
Montenegro aceptará el reto de mantener a flote el próximo Gobierno después de salir ampliamente reforzado por las urnas, que volvieron a otorgarle la confianza con diez puntos de diferencia sobre su inmediato perseguidor, pese a la inestabilidad de su primer Ejecutivo y a las dudas éticas que desprende sobre su conducta pública el caso Spinumviva, detonante del adelanto electoral.
Nadie, o casi nadie, lo hubiera sospechado hace apenas tres años, cuando el hoy primer ministro arrasó en las primarias del PSD en su segundo intento de liderar a la histórica formación, nacida tras la caída del Estado Novo. Montenegro se presentó entonces, de la misma forma que su rival, el exministro Jorge Moreira da Silva, como uno de los herederos políticos de Pedro os Coelho. No en vano, había liderado el grupo parlamentario del PSD durante el último Gobierno conservador, que aplicó las recetas de la troika de forma metódica. A Montenegro le tocó defender en sede parlamentaria la agresiva política de austeridad posterior a la crisis financiera. Una misión suicida de la que salió casi sin rasguños.
Según los recortes de prensa, con la victoria de Montenegro en aquellas primarias se imponía, además, la línea más dura del PSD con el objetivo de enterrar la etapa de Rui Rio, un perfil a priori más moderado que, especialmente en época de pandemia, supo tender la mano a los de António Costa, algo que no gustó a los barones del partido. Desde el primer momento, no obstante, Montenegro descartó la posibilidad de gobernar en coalición con Chega. Utilizó não é não como eslogan de campaña en las elecciones de marzo del pasado año, y no le fue del todo mal.
La puerta para pactar con la ultraderecha, dice Montenegro, sigue cerrada a cal y canto. Los esfuerzos denodados de os Coelho por acercar sus agendas han sido, de momento, infructuosos. El primer ministro defiende el cordón sanitario a los de André Ventura, a pesar las presiones de su predecesor y de otros pesos pesados de su partido, y a pesar del crecimiento vertiginoso de la extrema derecha, que pasará a tener en la próxima legislatura prácticamente los mismos diputados que el Partido Socialista.
Sería la única fórmula que le garantizaría una mayoría absoluta en la Asamblea, pero el cabeza de lista de la Alianza Democrática (AD), coalición conservadora que lidera el PSD, prefiere tender puentes con Iniciativa Liberal (IL), la formación de Rui Rocha, que ha servido a lo largo del último año como muleta de su Gobierno, por mucho que Rui Rocha intentara dejar claro en campaña que los suyos no son “un partido apéndice”, sino que tienen “sus propias ideas”. Juntos sumarían unos 95 escaños, lejos de los 116 que marcan la mayoría absoluta.
La referencia política de Pedro os Coelho siempre estuvo presente, es cierto, pero Montenegro siempre soñó con seguir los pasos de Aníbal Cavaco Silva, expresidente de la República, que gobernó durante ocho años. “Sólo Montenegro quería estas elecciones. La idea era repetir la mayoría de Cavaco Silva en 1987, algo que no ha conseguido”, traslada a este periódico Francisco Pereira Coutinho, profesor asociado en la Facultad de Derecho de la Universidad NOVA de Lisboa.
Un hombre de apariencia sencilla 4f6wa
Montenegro nació hace 52 años en Oporto, pero vivió, creció y se formó políticamente en Espinho, una localidad costera en la periferia de la capital del norte de Portugal donde comenzó su carrera política como concejal. Siempre vinculado a las siglas del PSD, Montenegro presidió primero la Asamblea Municipal, y dio el salto después a la Asamblea de la República, donde sirvió como diputado entre 2002 y 2018, y como líder de bancada entre 2011 y 2017.
En ese ime en el que abandona la política activa, Montenegro aprovecha para retomar su carrera empresarial y, en 2021, crea Spinumviva, una sociedad registrada en la residencia familiar de Espinho que, entre su extenso catálogo, ofrece servicios de consultoría. Esa empresa, Spinumviva, será importante más adelante, cuando regrese a la primera línea.
Montenegro es, ante todo, un líder improbable. Si en noviembre de 2023 no hubiera estallado la denominada Operación Influencer —una macrocausa de corrupción que, “sin ningún fundamento”, en palabras de Pereira Coutinho, forzó la dimisión de Costa—, probablemente seguiría siendo líder de la oposición. Pero las cosas sucedieron así. Montenegro ganó por sólo unas décimas de diferencia las elecciones de marzo del año pasado y gobernó, como presumiblemente le tocará hacer ahora, sin grandes apoyos parlamentarios.
Consiguió sacar adelante los presupuestos gracias a la abstención de los socialistas de Pedro Nuno Santos, un errático adversario político que, después de encajar su segunda derrota, renunció anoche a la secretaría general del partido. Las aguas de la legislatura parecieron calmarse hasta que trascendió la existencia de Spinumviva. La empresa nació cuando Montenegro no ocupaba cargos de responsabilidad política, pero, para entonces, Montenegro era ampliamente conocido por ocupar cargos de responsabilidad política. Una hoja de servicios públicos de la que sacó rédito en el sector privado.
Acorralado por la oposición, el primer ministro decidió revertir la situación y utilizar el caso como pretexto para tumbar la legislatura en aras de una clarificación. Durante la campaña, sin embargo, el líder conservador se mostró irritado con los periodistas que le preguntaron por el caso. La realidad es que, en todo este tiempo, no ha despejado las dudas sobre su inocencia.
“Luís Montenegro es una pieza central de Spinumviva. La abrió como una extensión de su actividad como abogado, captó todos los clientes, la estableció en su propia casa y asoció el registro al número de su teléfono privado”, escribe la columnista Susana Peralta en las páginas del diario portugués Público. “¿Por qué razón Spinumviva destina solo un 13% a salarios? No ofrece ventajas para el trabajo autogestionado de los dos especialistas. No tiene una estructura istrativa que promueva la organización de equipos ni una gestión más eficaz del trabajo. No proporciona equipamiento ni software sofisticado —por tanto, costoso—. Ni siquiera ofrece un espacio físico de trabajo. ¿Qué activo está siendo remunerado con el 87% de los ingresos que se quedan en la familia de Montenegro? Citando a Luís Aguiar-Conraria en Expresso: ‘Da la impresión de que el principal activo era, en efecto, Montenegro. Por eso, era surrealista venderla [Spinumviva]: sin Montenegro, no valía nada’”.
Montenegro apeló al voto útil y a la estabilidad en campaña ante un mundo cambiante, y le sirvió. No le sirvió, en cambio, la estrategia de mano dura contra la inmigración para contener a Chega. Lejos de perder fuerza en comparación con los últimos comicios, en los que cosechó el mejor resultado de su historia, la ultraderecha mejoró incluso sus resultados. Ignorar los cantos de sirena de Ventura será uno de sus mayores desafíos.
“Luís es un tipo profundamente centrista y humanista, con unas convicciones típicas de alguien que conoce bien el Portugal del interior”, subraya en conversación con este periódico el eurodiputado Sebastião Reis Bugalho, que descarta cualquier alianza con Chega. El pasado año, Montenegro convenció al joven Bugalho, conocido comentarista político en CNN, para incorporarlo a su proyecto como cabeza de lista en las elecciones europeas. No pudo rechazar la oferta.
Bugalho considera que lo que mejor define a Montenegro es su independencia política. “Piensa que ofreció ser cabeza de lista a las europeas a un tipo que era muy crítico con él en televisión, que soy yo”, argumenta. El eurodiputado recuerda, en este sentido, que Montenegro apoyó a António Costa en su envite para convertirse en presidente del Consejo Europeo —“que es un tipo de otro partido, un antiguo primer ministro al que Luís hizo oposición”, insiste—.
A Bugalho aún le puede su vena periodística, por eso aconseja titular este perfil del primer ministro de la siguiente manera: “Luís Montenegro, el hombre de hierro”. ¿Por qué? “Porque él lo aguanta todo: críticas, conspiraciones, ataques, insinuaciones, calumnias, acusaciones”, responde. “Él aguanta todo y va a ganar”. No iba desencaminado en este último punto. Habrá que ver con el resto.