José María Guelbenzu. Foto: Siruela.

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Novela

'Una gota de afecto': Guelbenzu homenajea a los clásicos con una historia de rencores familiares 6z5148

El autor madrileño indaga en la memoria, la soledad y las heridas del pasado a través del regreso de un hombre a la casa familiar en Cantabria. 6ba59

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Desde El mercurio (1968), su primera novela, José María Guelbenzu (Madrid, 1944) no ha dejado de ser una voz autorizada en la cultura literaria española.

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José María Guelbenzu

Siruela, 2025. 331 páginas. 21,95 €

Su presencia comenzó con aquel arriesgado desafío expresivo y su asentamiento se forjó sobre un estilo culto y exigente, en diálogo continuo con los maestros de la literatura universal.

No es un autor complaciente, no se postula ante lectores ávidos de historias de consumo rápido, pues parte de su credencial lleva el sello de la experimentación. De ahí la diversidad de propuestas: La noche en casa, El río de la luna, por citar solo algunas.

Una gota de afecto se presenta con la fuerza de un gran relato sostenido sobre una trama cuyo asunto y tratamiento remiten a las grandes novelas del realismo del siglo XIX: las relaciones humanas sufren la presión de una rancia sociedad provinciana emparentada con “la heroica” Vetusta de Clarín, la naturaleza actúa sobre los impulsos emocionales de sus moradores, y la acción gira en torno a una saga familiar tolstiana, una familia infeliz a su manera.

Situaciones, paisaje y escenario son, por tanto, los tres ejes sobre los que se asienta una historia de herencias, rencores y heridas mal curadas.

Por eso, personajes, atmósfera y ambientación se van revelando como la apuesta más acertada y lograda del absorbente universo narrativo concentrado en ella (aunque pesa la demora de reiteraciones excesivas, ralentizadoras de un estilo impecable).

Arranca la acción en el primer decenio de este siglo, con la llegada de Jaime Herrera a la casa de su infancia, en un rincón de Cantabria. Viene de Alemania, septuagenario y sin razón aparente que justifique su regreso. La casa es fundamental en esta historia, es cuanto queda de una desdichada historia familiar de la que se le apartó cuando era niño.

Es el lugar de los conflictos que fueron forjando la personalidad de Jaime; es la infancia, origen de lesiones afectivas incurables. En ella viven ahora su sobrino Eugenio, su mujer y la hija de ambos, Cecilia, jóvenes ajenos al mundo, ensimismados en su música.

La razón de su vuelta se va abriendo paso a lo largo de la novela como un misterio con doble alcance: conocer el pasado y entender el conflicto psicológico proyectado en el presente. Una voz omnisciente sostiene el discurso intercalando su presencia con la transcripción directa del pensamiento del protagonista a través de monólogos destacados en cursiva.

De su mano vamos descubriendo, en los grandes temas de la novela –el abandono, la soledad y la culpa–, el reverso de la desdichada historia personal de Jaime.

No desvelaremos hacia dónde nos conduce el argumento, sí sugerimos, como razón de su regreso, quizá el peso del pasado… Ahí está el sentido de la historia y la razón de mayor peso para acercarse a su lectura.