Fulgencio Argüelles. Foto: Acantilado.

Fulgencio Argüelles. Foto: Acantilado. 6h8x

Novela

'El desván de las musas dormidas', de Fulgencio Argüelles: la herida abierta de la España vacía 414x4p

En esta novela de aprendizaje, el autor asturiano nos sumerge en la infancia de la posguerra en Asturias, con un relato lleno de memoria y denuncia social. 3s5t43

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El final de El desván de las musas dormidas nos traslada sin paños calientes a la España vacía, arrinconada y en irreversible ruina. Nada de antaño se conserva en la imaginaria aldea asturiana donde se sitúa la acción de la novela, sabemos en la última página.

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Fulgencio Argüelles

Acantilado, 2025. 342 páginas. 24 €

No quedan luciérnagas, golondrinas ni murciélagos. Tiempo ha murió la higuera centenaria. Hace muchos años que no hay cine, ni ultramarinos, ni boleras, y a la iglesia se le caen la cal y las cruces.

Fulgencio Argüelles (Aller, Asturias, 1955) pone en boca del narrador este balance, retrospectivo y a bastante distancia temporal, de cómo era la vida en tal lugar durante la alta posguerra, cuando sangraban las heridas políticas y señoreaba la dictadura del Caudillo.

El narrador evoca aquella época, reconstruye la existencia de su padre y recuerda la suya propia hasta los catorce años.

Este recorrido vital está pautado por la memoria infantil, por los secretos intuidos en la casa familiar, por la gente del lugar y por un doble internado en un seminario, el segundo ya fuera, en la ciudad. Todo ello se engarza en la peculiarísima personalidad del padre, auténtico motor e hilván de los recuerdos.

Literariamente, la rememoración se atiene al clásico principio del bildungsroman, solo que en esta ocasión se detiene en vísperas de la edad adulta y no abarca una vida completa.

Argüelles tiene máximo interés en que se note esta cualidad de relato de aprendizaje y para ello el narrador apunta en una libreta las palabras nuevas que van enriqueciendo su conocimiento del mundo.

El proceso de maduración, por otra parte, no quiere referir un caso excepcional, sino alcanzar una proyección genérica. Por eso el narrador permanece en la anonimia, según explica él mismo.

Nadie, ninguno de los otros numerosos personajes de un relato en buena medida coral, tiene tampoco nombre propio y se les alude mediante sus rasgos distintivos (su oficio o sus manías).

Así, la novela adquiere una dimensión parabólica que abarca los múltiples frentes de la realidad, desde lo individual a lo colectivo. En lo privado, se presta mucha atención a los aspectos psicológicos, sobre todo de los protagonistas, tanto el padre como el hijo narrador, y también de una amplia nómina de lugareños de muy diversa condición.

Supongo que aquí el autor ha puesto en juego sus conocimientos profesionales, los cuales le sirven para diseñar un magnífico personaje, el meditabundo narrador, un alma de verdad sugestiva, compleja, llena de recovecos, dilemas y torturas mentales.

Una decantada fibra sentimental impregna un relato de ideas que propone
la cultura humanista


También hace Argüelles retratos agudos de otra gente, del cura, del falangista, del rojo, del viajante, del atrabiliario maestro, del cantinero, del tonto del pueblo… Abrevan estos seres en el costumbrismo, pero no son estereotipos.

Una buena imaginación, dosis pertinentes de ironía y humor y perfiles anímicos propios les proporcionan novedad y un plus de interés.

En el otro plano, el histórico y documental, la novela tiene voluntad testimonial de denuncia y presenta un fresco socio económico que testimonia el primitivismo, el subdesarrollo, la autarquía, la injusticia o el letal trabajo en la mina.

Además, y al hilo de los recuerdos –siempre cuestionables, se insiste–, el viaje al pasado resulta un himno a la naturaleza en el que Fulgencio Argüelles derrama ternura y otras vivencias cordiales. Se lamentaba Leopoldo Alas Clarín de la sequedad emocional de nuestras letras.

No incurre su paisano en tal carencia y, al revés, una decantada fibra sentimental impregna un relato de ideas que propone la cultura humanista, la tolerancia y lo racional como filosofía de la vida.