No, el notición no es de ayer. El columnismo es un género bastante tirano. O se escribe sobre la candente actualidad o estás con la pelota fuera de juego. El artículo de fondo atemporal es un refugio donde goza de la palabra la intelectualidad, desgraciadamente cada vez más escasa en un mundo enseñoreado por la falta de amueblamiento en la sesera. 39485x
La frasecita “Pucelano el que no bote” es imperecedera, porque pronunciada por el alcalde de mi querida ciudad de León es una “perla” sin fecha de caducidad. Digo perla por no calificar de dislate y ponerme a su altura. No, no me voy a caer de la higuera. He leído afirmaciones y constan hechos por usted protagonizados, tan absurdos y estrambóticos, que no me extraña que en su partido, el PSOE, esté más quemado que el palo de un churrero.
“Pucelano el que no bote” tiene precisamente un be, la de “boutade”. La pronunció desde la pasión. No de esa pasión fogosa de las telenovelas venezolanas, sino desde la animadversión a Valladolid, que también ha convertido en su particular pasión. Díganos si existe correlación entre la pasión deportiva por el ascenso a Segunda División de la Cultural y Deportiva Leonesa, lo cual me alegra sinceramente, con hacer chanza sobre la vecina ciudad de Valladolid. Separa a las pasiones y obsesiones, estimado alcalde, el filo de una navaja. Y las obsesiones son tan malsanas que solo curan en el diván de Freud.
La frase es de barra de bar, con alguna caña más de la cuenta y cántico de El Porompompero . Los políticos geniales pronuncian frases para esculpir en mármol de Carrara. No es su caso. Por eso en el PSOE le toman a chacota. No tiene usted la altura de ingenio del Conde de Romanones, el político que lo fue todo en la monarquía alfonsina. Sus citas no tienen desperdicio. Para ofender a Valladolid invente alguna afirmación que perdure por siglos. Romanones gustaba afirmar “La frase es alcaloide del pensamiento: con una frase se hiere y hasta se mata”.
Alcalde, está usted obsesionado con Valladolid. Como una parte de la sociedad leonesa. El propio leonesismo es un alcaloide, que produce el delirio de confrontación entre León y Valladolid. Es como aquella trapisonda pujolista de “Espanya ens roba”. Los leonesistas se han inventado un relato. Necesitan lo que los publicistas denominan un “storytelling” para mantener su propia existencia o desvanecerse. Su relato es catalanista : “Valladolid nos roba”.
Se achaca falsariamente el progreso de Valladolid, al establecimiento de sede de las instituciones de la Comunidad en la Ciudad del Pisuerga. Es una “farsa monea”, como cantara Imperio Argentina. Antes de la llegada de la democracia, Valladolid consiguió un espectacular despegue industrial. No hubo trato de favor de la Junta de Castilla y León. No había autonomías, el general Franco estaba en El Pardo.
En 1960, Valladolid tenía una población de 150.959 habitantes. Ya en 1975 alcanzó 285.960 vecinos, con extraordinario movimiento migratorio intraprovincial, del agro a la capital. El empresariado de Valladolid y no la inexistente Junta de Castilla y León, se buscó las habichuelas. Llegó Renault con el apoyo del alcalde Santiago López. Florecieron Michelín, Nicas, Sava (hoy Iveco), Lingotes Especiales, Helios, Acor y millares de medianas y pequeñas empresas.
Alcalde José Antonio Díez, con ese “Pucelano el que no bote”, da la impresión de que tiene una malsana envidia por la ciudad del Pisuerga. Intente convertirse en un gran y recordado alcalde. Luche por atraer empresas y buscar progreso para la bella ciudad de León, que lo merece. Dando botes contra Valladolid, el empresariado inversor le va a tomar por el pito de un sereno. Tenga grandeza personal y política. O se aspira a ser un gran alcalde de León o a regidor de la ínsula Barataria. Escoja.