Pablo Rivas, el actual propietario de la centenaria Farmacia Diez de Vigo

Pablo Rivas, el actual propietario de la centenaria Farmacia Diez de Vigo Treintayseis

Comercio

La Farmacia Díez, más de 100 años cuidando de la salud de los vigueses desde Traviesas

Pablo Rivas Díez es ahora el propietario de una farmacia que su abuelo adquirió en los años 1950, aunque resguarda en el local recetarios que la datan del siglo XIX

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Plaza América es uno de los puntos neurálgicos de Vigo, pero, apenas hace 60 años, As Travesas era una de las muchas zonas rurales que rodeaban la ciudad olívica. El barrio ha crecido en tamaño y población, pero hay un local que ha sobrevivido y ha evolucionado con el lugar: la centenaria Farmacia Díez.

A pesar de mostrar un aspecto más moderno, con pantallas led en su exterior donde anuncian productos de parafarmacia, la Farmacia Díez cuenta con más de 150 años de historia. Sus muros han sido testigo de eventos tan relevantes como la Restauración Borbónica, la II República, la Guerra Civil o la pandemia del Covid.

No fue hasta los años 50 cuando la familia Díez adquirió la farmacia y el edificio en el que se situaba. "La compró mi abuelo", recuerdo su actual propietario, Pablo Rivas Díez, que explica que su antecesor tenía otra farmacia en Plaza de la Industria, que vendió para instalarse en el local que ahora se sitúa en el número dos de la Avenida de Castrelos, 2.

La industria farmacéutica ha evolucionado tanto o más como el propio barrio. Pablo recuerda que entonces se producían en la misma farmacia todos los medicamentos. De hecho, el heredero del negocio familiar tiene a resguardo en su local "mucha cacharrería de la época", así como recetarios que datan de finales del siglo XIX y principios del XX.

Uno de los antiguos recetarios que guardan en la Farmacia Díez

Uno de los antiguos recetarios que guardan en la Farmacia Díez Treintayseis

El local también ha evolucionado con el paso de los años. Hasta hace apenas 30 años, la farmacia conformaba el bajo del edificio familiar. Los Díez vivían en las plantas superiores y trabajaban en la inferior, pero la urbanización de As Travesas acabó en la construcción de un edificio sobre su terreno. Por eso, la farmacia que vemos a día de hoy no es la misma que la de hace más de 100 años, a pesar de mantener su esencia: servir de ayuda tanto al paciente, como al Sistema Nacional de Salud.

La tecnología ha transformado la profesión

Pablo heredó el negocio familiar hace apenas cinco años, cuando su madre se jubiló. El farmacéutico aún recuerda los albaranes y cómo ella repasaba la mercancía con el bolígrafo. Por eso, considera que la llegada de los ordenadores primero y, a partir de la pandemia, la digitalización de las recetas son los dos cambios más radicales que ha sufrido su profesión.

La nueva regulación también ha modulado la vida en la farmacia desde que comenzó su abuelo en la década de 1950. Especialmente su espacio, ya que antes contaban con una mesa a la vista de todo el público donde fabricaban los medicamentos. Ahora, la fabricación de lociones y productos se realizan en un espacio independiente, separado de papeleo y otros medicamentos que proporciona la industria farmacéutica.

¿De punto de referencia a lugar de paso?

Como cualquier comercio tradicional, la Farmacia Díez ha acompañado a numerosos pacientes durante toda su vida. De hecho, antes de ser entrevistado por Treintayseis, Pablo bromeaba con una vecina que lo conoce desde que apenas podía hablar y ha podido ver como el nieto de los Díez se ha convertido en dueño del negocio familiar.

"Antes pasó otra señora, que me había llevado alguna vez con su hijo al pabellón a ver algún partido de Baloncesto", recuerda también el farmacéutico, que de pequeño merodeaba en la farmacia. Le atraía tanto el oficio que un día inhaló "algo que no debía" y llegó a cortar la respiración.

Ahora bien, la urbanización de este barrio que rodea Plaza de América ha modificado completamente la vida en la zona. "Ha cambiado el tráfico, han cambiado los edificios, las casas", afirma Pablo, que cree que As Travesas "ha perdido un poco de vida, sobre todo a nivel comercial.

Pablo Rivas Díez, propietario de la farmacia

Pablo Rivas Díez, propietario de la farmacia Treintayseis

Esto se puede deber a que la zona ha dejado de ser un lugar de socialización, especialmente en las calles más alejadas del parque lineal de la Avenida de Castelao. Ahora, la plaza es un lugar de paso, "sobre todo de tráfico de coches", puntualiza Pablo.

Esta situación, junto con la pandemia y la subida de los precios, puede estar detrás de la pérdida de ventas que ha sufrido la farmacia en los últimos años. "Mi sospecha es que la zona se vació muchísimo durante el COVID, la gente se fue a las afueras y, con el aislamiento, se quedó allí", argumenta.

Así, mientras en la época de su abuelo o de su madre, mucha gente entraba al local, aunque fuera para socializar, ahora no llega a pasar ni por delante de la puerta. Ahora bien, Pablo es optimista y considera que en los últimos meses se ha recuperado y el barrio está empezando a "volver a moverse".

Transmitir al negocio familiar lo aprendido fuera

Aunque ahora disfrute del negocio familiar, no fue la primera opción de Pablo. Estudió la carrera en Navarra y, allí, decidió desarrollar su carrera en el ámbito industrial. "Incluso aunque termines en la farmacia familiar, hay que abrirse al mundo y ver otras formas de trabajar", asegura.

Nada más acabar la carrera, trabajó en una farmacia de Huesca. Volver a casa ya costaba y consiguió trabajo en una situada en Playa América. "En estos sitios aprendí los pequeños detalles, cómo organizar o cómo tener la gente bien distribuida", explica Pablo, que recuerda que el padre de la propietaria del negocio de Nigrán era banquero, quien le hizo ver la importancia de tener siempre cambio.

No se trata de decir que las generaciones pasadas lo hacían mal, sino de mejorar

Pablo Rivas Díez, farmacéutico

Esta experiencia la ha trasladado estos últimos cinco años a su farmacia. "No se trata de decir que las generaciones pasadas lo hacían mal, tenían sus costumbres; sino de mejorar", enfatiza.

Y para ello, una de sus claves es formar a su personal. "Antes había un único farmacéutico y el resto eran técnicos", relata Pablo, que pretende que sus empleadas estén más formadas que él y le den "mil vueltas" para así estar más tranquilo cuando tenga que delegar y ocuparse de otros quehaceres.