
Pilar Castillo, miembro de ASJUBI40. 3o2c5o
Pilar Castillo, jubilada: "En mi generación pasamos de la infancia a la edad adulta porque a los 14 empezamos a cotizar" 5i3vb
Casos como el de Pilar reflejan la realidad de muchos jubilados que, a pesar de haber cotizado durante más de 40 años, ven reducida su pensión. 6c4b1j
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En España, miles de trabajadores que comenzaron su vida laboral siendo apenas adolescentes siguen sufriendo las consecuencias de un sistema que no reconoce las condiciones de su tiempo.
Para ellos, jubilarse anticipadamente no fue una cuestión de elección caprichosa, sino la culminación de una vida entera de esfuerzo y sacrificio desde muy jóvenes.
A pesar de haber cotizado durante décadas, muchos jubilados siguen penalizados de por vida. Esta es la causa que defiende la asociación ASJUBI40, a la que pertenece Pilar Castillo, jubilada anticipadamente tras más de 43 años de trabajo.
La historia de Pilar 5p4c2s
Pilar comparte su historia como un ejemplo vivo de esta injusticia estructural: "Soy Pilar Castillo, jubilada anticipadamente de forma voluntaria después de haber cotizado más de 43 años y penalizada de por vida con un coeficiente reductor del 14%".
Su caso no es aislado. Forma parte de una generación que, como ella misma recuerda, vio truncada su juventud por las exigencias del mercado laboral de la época: "Las personas de nuestra generación pasamos de la infancia a la edad adulta. No hubo adolescencia porque con 14, 15 y 16 años empezamos a cotizar".
En aquellos años, no solo era legal, sino también socialmente aceptado, que jóvenes de tan solo 14 años ingresaran al mundo laboral, desempeñando tareas que hoy consideraríamos impropias para su edad.
Esto se trataba de un fenómeno generalizado, impulsado por la necesidad económica de muchas familias que requerían que todos sus aportaran ingresos.
Hoy, esas mismas circunstancias serían consideradas inaceptables: en España, la edad mínima para trabajar son los 16 años, si bien es necesaria una autorización de los padres o tutores hasta los 18 años, salvo que la persona esté legalmente emancipada.
Sin embargo, como denuncia Pilar, "ningún gobierno ha cambiado la ley para que en esos años, entre los 14 a los 18, cuenten como mínimo por dos años cada uno de ellos cotizados".
El problema radica en que el sistema de pensiones sigue midiendo a todos los jubilados anticipados bajo el mismo rasero, sin distinguir entre quienes cotizaron durante décadas y quienes no.
Así, una persona que ha trabajado desde los 14 años y se jubila anticipadamente sufre la misma penalización que otra que comenzó su vida laboral mucho más tarde.
Este tratamiento desigual resulta especialmente injusto para quienes, como Pilar, no solo han trabajado más años, sino que han contribuido más tiempo al sostenimiento del sistema de Seguridad Social.
La expresión "cadena perpetua" no es una exageración para describir esta situación. Tal como reclama Pilar, "basta ya de esta cadena perpetua. Dejen de ignorarnos y eliminen los coeficientes reductores".
Su protesta es clara: el sistema no puede seguir ignorando las particularidades de su generación.
No se trata de un privilegio ni de un trato especial, sino de reconocer una realidad histórica: sus años de trabajo juvenil fueron reales, forzados por las circunstancias y fundamentales para el desarrollo económico del país.
Casos como el de Pilar reflejan una realidad que afecta a miles de jubilados con largas carreras laborales. Han trabajado y cotizado más de 40 años, pero al jubilarse anticipadamente, su pensión se ve recortada de forma permanente.
Estos coeficientes reductores castigan a quienes más han contribuido al sistema, sin reconocer su esfuerzo ni su trayectoria. Una reforma que contemple esta injusticia es más necesaria que nunca.