
Aldama, desatado, persigue a la fontanera, Leire Díez, al acabar su comparecencia en un hotel del centro de Madrid. Sara Fernández 2o71h
Víctor de Aldama irrumpe en la comparecencia de Leire Díez: "El presidente, Santos Cerdán y esta se van a enterar" a82i
Pérez Dolset, el empresario implicado en la fontanería, protege a Leire y la acompaña hasta la puerta. Llega a empujar a Aldama. Todo envuelto en una nube de cámaras y micrófonos. 1w2pt
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Por fin sabemos jugar al rugby. Por fin hemos sentido el calor y las magulladuras de la profesión. La civilización del espectáculo nos tenía preparado el regalo: los protagonistas de la trama, todos juntos, reunidos en el subsuelo de un hotel, a empujones, a insultos, a primera sangre.
Tomamos nota a trompicones, con la sal del sudor en las manos y en la boca, pidiendo ducha, recién salidos de un partido donde no ha habido árbitro y todo ha acabado como ha acabado.
El empresario Víctor de Aldama, Leire Díez –la fontanera que guarda los secretos del PSOE–, Javier Pérez Dolset –el fontanero jefe de la fontanera– y todos los periodistas, los que cantan por bulería y los que no. Menos mal que no ha venido Koldo; debe de competir en otra categoría.
Anotamos de urgencia la frase clave de esta melé de la corrupción sucedida en el subsuelo de un hotel en el centro de Madrid. Todas estas cosas acaban sucediendo bajo tierra, en la planta menos algo. Aldama ha dicho: "El presidente, Santos y ésta se van a enterar".
Vamos al principio, tiempo presente.
Estamos acodados, apuntando, en una de las puertas de la sala. De pronto, un golpe en el hombro. Pensamos que es un periodista que quiere coger mejor sitio ya empezada la comparecencia de Leire, la musa de los partisanos de Ferraz.
Nos giramos: "¡Coño, es Aldama!". Es Aldama con su apariencia ya tradicional: la gomina sin dejar un pelo a la improvisación, el traje sin una sola arruga. Hoy no hay corbata, quizá en previsión de los agarrones.
Lo dejamos pasar, claro, no vamos a censurar el espectáculo, que somos liberales. Cuando se abre camino, le oímos mascullar: "¡Dónde está esa sinvergüenza! ¡Dónde está esa sinvergüenza!". Lo repite como se repiten los mantras de la meditación.
Vídeo | Así ha sido el momento en el que Víctor de Aldama ha irrumpido en la rueda de prensa de Leire Díez
"¡Es Aldama! ¡Es Aldama!", comienzan a gritar los cámaras, que están al fondo y tienen el mejor encuadre. Los redactores, sentados en primera fila, miran como el que ha pagado una entrada para ver a la orquesta de su pueblo y se encuentra con los Rolling Stones.
La cara de Leire. Ay, Leire. Aquí tenemos que detenernos. La encarnación del pánico. La mujer que iba escribiendo el guion bajo tierra, de pronto alumbrada por el blanco de los focos, poseída súbitamente por el miedo.
Se desata la violencia 4u15c
Leire recoge las cosas. Las gafas, los papeles. Se marcha. Aldama la persigue. Todos la perseguimos. Y empezamos a dar vueltas en un laberinto de pasillos y salones dedicados a las convenciones. Es aquí cuando se desata la violencia.
Resulta importante no utilizar a la ligera esa palabra, pero es que la ha habido. Violencia. Los cámaras chocando con los cámaras, los redactores chocando con los redactores, los cámaras chocando con los redactores, los redactores chocando con las cámaras. Todos chocando contra las paredes. Todos empujándonos como en una pelea de borrachos, sin saber muy bien por qué.
Aldama está en forma. Parece un milagro que no se caiga. Nosotros vamos rebotando de persona en persona, intentando escrutar qué dice. Cuando consigue pillar a Leire, la encuentra protegida por el empresario-fontanero Javier Pérez Dolset.
Esto es un lío de cloaca, pero recuerden que Dolset anda metido con Leire en estas negociaciones para tumbar el prestigio de la UCO y de los que investigan al Gobierno. Ya saben: unos días dicen que trabajaban por su cuenta y otros que lo hacían para Ferraz.
Aldama quiere decirle a Leire las cosas al oído, como los novios en el verano. Entonces, Dolset lo empuja para apartarlo. Se nos empieza a ir la cosa de las manos. Un responsable del hotel empieza a gritar: "¡Seguridad! ¡Seguridad! (...) Esto va a acabar mal".

Pérez Dolset, el empresario fontanero, empuja a Víctor de Aldama.
Periodistas que pierden los papeles, el del hotel pierde los papeles. Nosotros los perdemos literalmente, se nos van cayendo por el suelo. Está viniendo la Policía Nacional, pero no lo sabemos.
Escrutamos a Dolset. Tenemos que quedarnos bien con su cara porque, en sus ademanes, en sus maneras, hay cierto paternalismo sobre Leire. Esas cosas se notan. No es Leire la que manda, como en un principio creímos. Es Dolset. Dolset –nos dice una buena fuente– es el que ha organizado la comparecencia.
Aldama, al cabo de un rato, cuando los demás sudamos y él no suda, cesa en su persecución. Leire y Dolset se refugian en una sala ayudados por el personal del hotel.
Pero empieza otra persecución. La de nosotros, los periodistas, a Aldama. Lo acompañamos a la salida. Unos por el ascensor, otros por las escaleras.
Aldama dice varias cosas de manera repetida: que Sánchez, Santos y Leire se van a enterar; que todo lo que dice Leire es mentira, que cómo nos vamos a fiar de alguien que amenaza a un agente de la UCO; que Leire también lo amenazó a él.
Aldama se marcha... a Telecinco, a contarle a Ana Rosa. A Espejo, a contarle a Susanna. Les dice, como interpretado por José Coronado: "Quería ver a la mujer que tanto odio me tiene". Confirma que Leire "tiene ganas" de verle "callado o bajo tierra".
Confiesa que ha actuado de manera impulsiva y que no sabe si ha hecho lo correcto. "Panda de sinvergüenzas. Ni han conseguido callarme ni van a conseguir callarme".
Nos vamos al gimnasio. Hay que entrenar. Por lo que pueda pasar.