
Reconstrucción de un mamut colombino de Charles R. Knight (1909). Foto: Wikimedia Commons 4z2q54
Del mamut al neandertal, la resurrección del pasado biológico y sus peligros 2h4u5k
La biología genómica, como todo desarrollo científico, está abriendo puertas a mundos nuevos que plantearán cuestiones que hoy no es posible imaginar. 1r5x46
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"La extinción es parte de la naturaleza. De los cinco mil millones de especies que han existido en la Tierra, el 99,9 % han desaparecido. La extinción de finales del Devónico, hace aproximadamente cuatrocientos millones de años, aniquiló al pez sin mandíbula [los agnatos]. La extinción del Triásico-Jurásico, de hace doscientos millones de años, acabó con los fitosaurios, muy parecidos a los cocodrilos. Hace sesenta y seis millones de años, la extinción de finales del Cretácico eliminó al Tyrannosaurius rex y al velociraptor; siendo la causa más probable el rápido cambio climático ocasionado por el impacto de un asteroide. Los neandertales desaparecieron hace unos cuarenta mil años. Algún día —debido al cambio climático, a otro asteroide, a una guerra nuclear, o a algo que no podemos aún imaginar— también los humanos probablemente serán aniquilados".
Así comienza un magnífico artículo, "Vida después de la muerte", de D. T. Max en el número del 14 de abril de la revista The New Yorker, cuyo trasfondo tiene que ver con una noticia que se hizo pública a comienzos de abril: un grupo de científicos de la empresa Colossal Biosciences, creada en 2020 por el multimillonario empresario Ben Lamm, especializado en empresas emergentes (start-ups), y el distinguido genetista George Church, había conseguido "resucitar" el lobo huargo, un lobo gigante extinguido hace 13.000 años, durante la última glaciación, del que se sabe que vivía en el continente americano durante el Pleistoceno, período geológico que comenzó hace 2,5 millones de años y finalizó 11.700 años atrás.
En octubre de 2024 nacieron dos cachorros machos, si no iguales sí muy parecidos genéticamente a los antiguos huargos. Colossal mantiene en la actualidad otros proyectos similares: revivir el mamut lanudo, que se extinguió a finales del Pleistoceno; el dodo, el ave no voladora que fue endémica en la isla Mauricio y cuya desaparición se vio favorecida por la llegada de navíos holandeses que trajeron especies invasoras letales para los dodos; y el tilacino, el marsupial carnívoro que floreció en Australia, Tasmania y Nueva Guinea, del que no se conocen ejemplares desde 1936.
Los logros y proyectos de esta empresa suscitan varias reflexiones. Se pueden defender como el primer paso hacia la recuperación de especies perdidas, pero es evidente que esa desextinción será muy pequeña, limitada a especies que, por alguna razón, se seleccionen. No podrá competir con el ritmo que la humanidad está sometiendo a la biodiversidad, estimado en la actualidad en mil veces superior al que se produciría sin la actividad humana. Detener tal sangría biológica es una empresa mucho más necesaria.
El proceso de resurgimiento es una tarea muy, muy complicada, en parte, porque es necesario obtener muestras de ADN de la especie que se desea recuperar. La fuente habitual son huesos fósiles, aunque también se pueden encontrar en, por ejemplo, la piel de ejemplares que se encuentran taxidermizados en los museos. (En 1984 se detectaron trazas de ADN mitocondrial —material genético presente en las mitocondrias, orgánulos cuya actividad proporciona energía a las células— en la piel de una cuaga taxidermizada, una subespecie de cebra común, extinta desde finales del siglo XIX, que era endémica en Sudáfrica.)
Pero el ADN se degrada con el paso del tiempo, y los expertos creen que el límite para obtener restos utilizables para poder revivir una especie no supere, probablemente, el millón de años. La contaminación es otro gran enemigo: hace algunos años se informó de la presencia de fragmentos de ADN en restos de reptiles que se habían extinguido hace ochenta millones de años, pero se encontraron en ellos fragmentos de ADN moderno.
Pero, puestos a reflexionar, ¿para qué se quiere revivir una especie extinta? ¿Como muestra del gran desarrollo de la biología? Este, ciertamente, es un argumento, pues ese desarrollo puede reportar beneficios a la humanidad. Antes de incorporarse a Colossal, Church había logrado avanzar en la utilización de la terapia génica para mejorar la resistencia humana a la radiación, algo fundamental si en el futuro se desea emprender largos viajes interplanetarios (para qué hacer esto, algo sobre lo que yo soy muy crítico, es otra cuestión).
"Puedo imaginar que algún día, no lejano en el futuro, se intente, y se consiga, 'producir' algún neandertal"
Una condición que debería cumplirse para recuperar especies extinguidas es que no haya desaparecido el hábitat de la especie en cuestión. De no ser así, de lo que se trataría es de sumar una atracción más a los zoos, "cárceles" de animales que no tienen más justificación que la curiosidad de los humanos, que en mi opinión carecemos del respeto y compasión que merecen las "otras vidas" sintientes. Puedo imaginar que algún día, no lejano en el futuro, se intente, y se consiga, "producir" algún neandertal. No es difícil imaginar las cuestiones éticas que esto suscitaría, pues se trataría de una especie no demasiado diferente a la nuestra, al Homo sapiens.
En realidad, la especie que se recupera no es exactamente igual a la original. El procedimiento empleado por Colossal utiliza la técnica de edición genómica CRISPR para insertar fragmentos del ADN recuperado de la especie extinguida en otra estrechamente relacionada con ella, de manera que lo que se obtiene es una criatura híbrida muy parecida a la ancestral, y que mantiene el hábitat en el que vivió. El proceso es complejo, algo así como componer un gigantesco rompecabezas en el que aparecen piezas extrañas, como el ADN de microbios y hongos que se unieron posteriormente al hueso matriz del ADN de la especie extinguida.
Y no siempre tiene éxito, como sucedió en el caso del bucardo, la cabra pirenaica cuyo último ejemplar se encontró muerto el 6 de enero de 2000. En 2003, un grupo de científicos europeos intentaron clonarlo utilizando ADN extraído de ese ejemplar, que insertaron en cincuenta y siete cabras montesas, de las cuales solo una llevó la gestación a término, pero la cría murió a los diez minutos. Se ha dicho, en consecuencia, que el bucardo es la única especie extinguida dos veces.
Sea como sea, el desarrollo científico, en este caso el de la biología genómica, está abriendo puertas a mundos que, aunque se pretenda que son conocidos del pasado, porque existieron, en realidad son nuevos. Mundos que darán origen a nuevos escenarios y acaso plantearán cuestiones que hoy no es posible imaginar.