El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la ministra de Defensa, Margarita Robles, al término del desfile de la Fiesta Nacional.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la ministra de Defensa, Margarita Robles, al término del desfile de la Fiesta Nacional. Efe 3y1n2q

De pájaros 354y4

Alfonso Rodríguez G. Mateo
Publicada

La RAE define "pájara" como: "m. y f. Persona astuta y con muy pocos escrúpulos.".

¿Qué harías si tu jefe piensa que eres "una pájara" y además lo escribe y se entera toda la empresa? ¿Dimitirías? ¿Ofendida, pedirías que se retractase? Le demandarías por difamación?

¿Y si eres un alto cargo en un gobierno y se entera todo el país? ¿alorarías más aferrarte a la poltrona que tu propia dignidad?

Desde la óptica de la subordinada parece que de todas las opciones de respuesta ante tal calificativo, la menos ética y digna es la indiferencia; y parece la elegida.

Pero la lectura que de ello hace la opinión pública no puede detenerse ahí; ¿y si movemos el foco al jefe?

¿Qué implica para alguien que dirige un equipo, saber que uno de sus "es un pájaro"?

Saber que una persona con quien va a compartir estrategias o secretos de empresa o de estado, es "un pájaro" (con muy pocos escrúpulos) y mantenerla en el equipo, no parece conducta encomiable para un directivo o un gobernante...; salvo que en actitud maquiavélica, ello implique algún interés en su rédito, que en su evaluación, lo sitúa por encima de todo lo demás, moral y ética incluidas.

Salvando las distancias, los objetivos y los procedimientos, la Historia nos muestra cómo  los poderosos, con frecuencia, se han servido de "conseguidores" de nulos o escasos escrúpulos para lograr sus fines. 

En las Escrituras, podemos ver como el sabio rey Salomón, hijo de David, se sirvió de Benaía para eliminar a varias personas, entre ellas a su propio hermano Adonías (1 Reyes 2-25)

Más cercano en el tiempo, en los albores del siglo XVI, César Borgia, hijo del papa Alejandro VI, contó con el condottiero Micheletto Corella para cometer múltiples y turbios crímenes.

Tanto Salomón como el Borgia no fueron ejecutores, pero el hecho de tener y confiar en sus sicarios para ello, no les deja en buen lugar.

No es reflexión superflua, deducir que en el tema que nos ocupa, no deberíamos hablar de "la pájara" sino "de pájaros".