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Francisco Rosero, endocrino: "No todo lo que dice 'yogur' es sano. El que tiene sólo dos ingredientes arregla tu microbiota" 1c6916
El experto incide en que es importante saber distinguir entre los productos del 'súper' porque las diferencias son abismales en términos de salud pública. 5n1e42
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En la despensa de la alimentación moderna, el yogur ocupa un lugar destacado, percibido como un pilar de la dieta saludable. Sin embargo, bajo esta apariencia benigna, se esconde una realidad más compleja.
Muchos productos etiquetados como "yogur" contienen una amalgama de ingredientes que distan mucho de la simplicidad del yogur tradicional, como azúcares añadidos. Esta transformación del yogur en un producto ultraprocesado ha suscitado preocupación entre expertos en nutrición.
Hay quienes advierten sobre los posibles efectos adversos para la salud, incluyendo la alteración de la microbiota intestinal y el aumento de la inflamación sistémica.
En España, el consumo de yogur sigue siendo elevado, con un 61% de la población que lo consume frecuentemente y un 80% que lo considera esencial en una dieta equilibrada. No obstante, es crucial que los consumidores estén informados y sean críticos al elegir estos productos.
No todos son iguales w3x
Lo ideal es priorizar aquellos que conservan la integridad del yogur auténtico y evitando las versiones que, aunque atractivas en su presentación, pueden comprometer los beneficios para la salud que tradicionalmente se asocian con este alimento.
Francisco Rosero, endocrino con una trayectoria clínica destacada, recalca una verdad incómoda pero urgente: no todos los yogures que encontramos en los estantes de los supermercados son iguales, aunque así lo parezcan.
“¿Son yogures?", se pregunta. "Sí, pero son completamente diferentes, mientras este yogur griego solamente tiene dos ingredientes, leche y cultivos lácteos. Este yogur ultraprocesado tiene muchos ingredientes, incluyendo azúcar, almidones, colorantes artificiales”, explica con vehemencia.
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Estas diferencias aparentemente sutiles son, sin embargo, abismales en términos de salud pública, un asunto que ha ido ganando peso en la investigación científica de los últimos años y que plantea un reto creciente para el consumidor medio, habitualmente desbordado ante la marea de envases coloridos y promesas de salud que adornan la sección de lácteos.
El mensaje de Rosero no es una simple cuestión semántica ni un capricho de expertos. “Los dos son yogures, pero este te nutre y arregla tu microbiota. Éste, por el contrario, te inflama, eleva tu insulina y daña tu microbiota”, advierte.
La microbiota intestinal 3y4v5p
Esta afirmación se alinea con hallazgos recientes como los recogidos en Nutrients, donde se detalla que los ultraprocesados –incluyendo productos lácteos que van mucho más allá de la fermentación tradicional– introducen aditivos que alteran la composición y diversidad de la microbiota intestinal, ese complejo mundo microscópico que cada vez más se reconoce como pieza clave en la prevención de enfermedades metabólicas, autoinmunes e incluso neurodegenerativas.
La microbiota intestinal, compuesta por billones de bacterias, hongos y otros microorganismos, se ha erigido en protagonista de la medicina de precisión. Algunas investigaciones subrayan que los aditivos presentes en alimentos ultraprocesados (como colorantes, emulsionantes y almidones modificados) tienen la capacidad de erosionar la diversidad bacteriana beneficiosa.
De esta manera se genera un entorno intestinal proinflamatorio que favorece la aparición de patologías como la obesidad, la resistencia a la insulina y ciertos trastornos gastrointestinales. Por ello la recomendación de Rosero no es solo una consigna superficial, sino un reflejo de cómo la calidad de los alimentos modula nuestro equilibrio interno.
“Elige siempre buenos procesados, no ultraprocesados. Revisa las etiquetas, no compres productos con azúcar, con colorantes, con conservantes, con espesantes, no los necesitas”, insiste Rosero, recalcando la importancia de la lectura crítica y consciente de las etiquetas alimentarias.
Un informe reciente de la Organización Panamericana de la Salud señala que los ultraprocesados no solo están cargados de ingredientes que no aportan beneficios nutricionales reales, sino que además desplazan de la dieta a los alimentos frescos o mínimamente procesados, alterando la relación natural que el cuerpo humano ha tenido durante siglos con la comida.
Exceso de azúcares añadidos 38h3v
Así, la invitación de Rosero a rechazar estos ingredientes es un eco de las recomendaciones de salud pública que piden repensar de forma integral la forma en que consumimos.
El exceso de azúcares añadidos, omnipresente en muchos yogures de la gran industria, representa un riesgo que ha sido documentado de forma exhaustiva por la literatura científica. Un metaanálisis, publicado en 2013, consolidó la relación directa entre el consumo elevado de azúcares libres y el aumento del riesgo de sobrepeso, obesidad y enfermedades metabólicas.
Estos azúcares no solo contribuyen a un balance energético positivo que termina almacenándose en forma de grasa, sino que también desencadenan picos bruscos de insulina, lo que a largo plazo promueve la resistencia a esta hormona y abre la puerta a la diabetes tipo 2. Justo lo que Francisco Rosero recalca: un producto con muchos ingredientes añadidos no es inocuo, por muy atractivo que luzca su envase.
Los almidones modificados y los espesantes –presentes en buena parte de los yogures ultraprocesados– tienen un papel subestimado en la salud metabólica, pero con efectos potencialmente nocivos. De hecho, la ciencia ha demostrado que estos compuestos alteran el índice glucémico de los alimentos, generando picos rápidos de glucosa en sangre.
Mantenidos en el tiempo, pueden erosionar la capacidad del páncreas para gestionar adecuadamente la carga glucémica diaria. Así, lo que podría parecer una simple estrategia industrial para mejorar la textura o la vida útil del producto acaba teniendo consecuencias en cascada para la salud metabólica del consumidor.
Rosero subraya un aspecto que todavía no ha calado del todo en la conciencia social: la inflamación sistémica derivada de un consumo regular y sostenido de ultraprocesados. “Este te inflama, eleva tu insulina y daña tu microbiota”, recalca con contundencia.
En línea con esta advertencia, un estudio pionero muestra que las dietas ricas en ultraprocesados inducen un aumento de marcadores inflamatorios como la proteína C reactiva, vinculados a enfermedades cardiovasculares, cáncer y alteraciones metabólicas profundas. Así, la inflamación se convierte en un silencioso hilo conductor que une el consumo de estos productos con la génesis de múltiples dolencias.
En un mundo saturado de estímulos publicitarios que invitan a consumir sin medida, Rosero apela a la responsabilidad y la soberanía del consumidor: "Al final tú decides, un ultraprocesado o un muy buen procesado". Este llamado no es solo un recordatorio de la importancia de la información, sino también una reivindicación de la autonomía alimentaria frente a la industria.