Hay sonrisas, rostros o miradas —como las del joven bobalicón que se enamora por primera vez, o la madre que acaba de dar a luz, o el abuelo que ve a sus nietos crecer— que jamás se olvidan. Son tan únicas, tan limpias, tan difíciles de reproducir como lo eran, este jueves, las de Álvar de Pablo, Caleb Melguizo, Joselito Maravillas, Jorge Juan, David Ruiz y Nacho Mur. Es decir, para La M.O.D.A. (La Maravillosa Orquesta Del Alcohol).
Ellos, seis burgaleses que sólo aspiran a seguir conservando la ilusión con la que tocaron sus primeros acordes, no han perdido el norte a pesar de llevar miles de kilómetros, más de 600 conciertos a sus espaldas y 14 años abonados a tocar en salas y festivales por toda España. “Queremos que esta sensación nos dure para siempre”, insisten, una y otra vez, en la entrevista con EL ESPAÑOL. Y su afirmación es tan creíble como necesaria para que la tomen de ejemplo las nuevas generaciones.
Con su recorrido, otros, quizás, se hubieran venido a Madrid, a buscar fama y gloria, y —aunque no sea nada malo— ellos no la quieren. “Esa es la parte mala de tocar en sitios grandes”, esgrimen, rotundos. Ellos prefieren seguir asentados en Burgos y conservar su esencia, incluso cuando la vida les ha dado motivos como para que éxito se les haya subido a la cabeza. Porque este pasado jueves, además de presentar nuevo single (‘Los tiempos que vivimos eran los mejores’), se vestían de largo para jugar su primer partido con Universal, la multinacional que les acaba de fichar para darles todavía más alas a su música.
Pregunta.—Sacáis nuevo single, ficháis por una discográfica multinacional (Universal). ¿Cómo os ha cambiado la vida?
Respuesta.—Sí. Hemos estado 14 años autogestionándonos. En su momento creamos nuestra propia discográfica para editarnos y llevábamos todo entre un grupo muy reducido de personas: Luis, nuestro mánager, nosotros y algunos compañeros más. Pero llegó el momento en el que era demasiado. No podíamos abarcar todo el trabajo extramusical y no teníamos tiempo ni para subir al local a ensayar. Así que hemos pensado: vamos a probar. Y por primera vez hemos fichado por una discográfica, que es Universal, hace un mes. Y estamos muy ilusionados y con muchas ganas, como siempre.
Pero ahora, por primera vez, vamos a tener gente que nos va a ayudar. Ellos nos conocen, saben cuál es la identidad y el espíritu del grupo y respetan cómo somos. Saben que hay cosas raras que no vamos a aceptar y ellos tampoco las quieren hacer. A veces se tiene una imagen distorsionada de las discográficas y, cuando ves a la gente que está currando detrás y ves toda la ilusión que le ponen... Nosotros estamos encantados. Tenemos al lado gente joven que nos va a ayudar, que nos respeta y que, sin pedirnos cambiar ni nuestra música ni nuestra forma de ver la vida, van a ayudarnos a llegar a más gente, que es lo que queremos.
P.—Durante muchos años se mantuvo que el grupo que fichaba por una multinacional había pegado el ‘pelotazo’. ¿Es vuestro caso?
R.—En nuestro caso no tiene nada que ver. Nosotros hemos estado tocando cuatro veces en el Wizink y hemos hecho más de 600 conciertos, que es de donde viene nuestra principal fuente de ingresos. No buscamos eso al fichar por Universal. Sí que buscamos que nos apoyen en lo profesional y lo artístico y que nos den herramientas para poder grabar un disco con mayor presupuesto o para que nuestros videclips los haga gente con la que antes no podíamos trabajar. Es decir, estamos con ellos para que nos ayuden a llegar un poquito más allá de donde hemos sido capaces de llegar nosotros solos en estos 14 años.
Pero esto no quiere decir que vayamos a dejar de hacer lo que ya veníamos haciendo. De hecho, el disco ya lo teníamos grabado antes de firmar con ellos. Así que ellos son un añadido. Y creo que también han pensado: a este grupo le ha ido guay por su cuenta, pues vamos a ver si les va un poquito mejor. Pero hacerlo, insistimos, no lo hemos hecho por dinero. Si no, no seríamos un grupo de seis ni tocaríamos el clarinete o el acordeón.
P.—¿Tenéis miedo a perder algún seguidor por aquello de que firmar con una discográfica es “comercializarse”?
R.—Un poco de miedo siempre te da, pero tenemos la conciencia tranquila porque no nos vamos a forrar. Llevamos 14 años currándonos esto y sabemos cómo va la movida. Y sí, puede que alguien se lleve una decepción, pero también creo que la gente no sabía si estábamos con una discográfica (o no). Y nosotros nunca hemos dejado de escuchar a nadie porque esté en una discográfica.
P.—Estos contratos incluyen, no sé, salir en los 40.
R.—En los 40 ya hemos salido. Pero intentamos no tener prejuicios porque siempre hemos escuchado música muy variada y nos ha dado igual. De hecho, siempre hemos intentado evitar que nos etiqueten. Nos han dicho que si somos folk, rock, indie... Da igual.
Y nos pasa igual con los medios de comunicación. No vamos a vetar a ninguno porque, si vetas a alguien, es como si estuvieras sintiéndote superior a la gente que lo lee o lo escucha. Y esa postura de superioridad no mola. A nosotros, mientras nos respeten, nos da igual sonar en Radio 3, en Los 40 o en Radio Espinosa de los Monteros —que es la de nuestra tierra—, pues adelante.
Aunque no creo que lleguemos al top 3 de Los 40, por lo que sea... (risas).
P.— ¿Cuál es vuestro plan antes de que empiece la gira?
R.—El jueves pasado presentamos el single en Madrid y el viernes ya lo pudo escuchar todo el mundo por redes. A medida que pase el verano iremos sacando canciones y en octubre sacaremos el disco, aunque todavía no sabemos la fecha. Y ya en noviembre comenzaremos la gira por salas. Con un preludio en Burgos, que tocaremos el 18 de junio, en las fiestas. Esa será nuestra vuelta.
P.—Veo que vais a hacer seis Rivieras, tres conciertos en Bilbao, dos en Murcia, dos en Santander, dos en Zaragoza, tres en Valladolid... ¿Por qué seis Rivieras y no un Movistar Arena, por ejemplo? Porque ya, además, habéis estado en el Movistar Arena.
R.—Es diferente. El Movistar ya lo hemos hecho y lo volveremos hacer, pero las salas tienen algo muy guay. Es verdad que puede ser el día de la marmota, pero nos gusta tocar en salas pequeñas, ver a la gente, estar más cerca...
P.—Lo que no habéis anunciado son festivales. ¿Por algún motivo concreto?
R.—Nuestra prioridad con el disco siempre son salas, que son las que están ahí siempre sustentando el circuito musical. Los ‘festis’ están muy bien porque son increíbles y te ve mucha gente. Pero sin salas la música se muere en España tal como la conocemos. Así que primero salas, de noviembre a febrero, y luego haremos festivales. Y después, en otoño, haremos las salas que nos queden y ojalá podamos hacer una gira por Latinoamérica. La idea es estar durante dos años presentando el disco.
P.—Echando la vista atrás. La M.O.D.A. comienza en un garaje, como Steve Jobs...
R.—Como el primo Mariano, mejor (risas).
P.—Espero que fuera grande el garaje, que siendo tantos. ¿Cómo organizaron todo para meter todo allí y que la música sonara medianamente bien?
R.—No era grande, no, era el del padre de José y estaba lleno de trastos. ¿Y cómo nos organizamos? Pues nosotros también nos lo preguntamos (risas). Por suerte duramos poco ahí y nos mudamos a un local de ensayo. Hemos ido poco a poco, pero esos inicios fueron bonitos; lo vivimos con mucha ingenuidad e ilusión. Y ahora presentamos este single y creo que conservamos intactas esas ganas. Eso es lo bueno.

La Moda, antes de su entrevista con EL ESPAÑOL. EL ESPAÑOL
P.—¿Cómo surge lo de La Maravillosa Orquesta Del Alcohol?
R.—Porque nos juntábamos para tomar unos vinos y para tocar, pero sin perspectiva de hacer nada. Éramos como las señoras del pueblo que se juntan a tomar un vino y luego cantan.
P.—Pero supongo que alguien diría: ¡venga, la Maravillosa Orquesta Del Alcohol!
R.—Fue lo primero que se nos vino a la cabeza hablando un día y a los pocos meses nos dimos cuenta de que era el acrónimo de la M.O.D.A y que podría funcionar. ¡Pero es que el grupo iba a durar una semana! Nos juntábamos para hacer ruido y, bueno, ese nombre nos pareció gracioso.
P.—¿Supongo que abstemios no son?
R.—Bueno, ahora somos la maravillosa orquesta del agua (y lo cierto es que durante esta conversación piden agua y cerveza sin alcohol). Ya llevamos muchos años y hemos madurado un poquito. Y el público paga una entrada y lo que quieres es estar bien y hacerlo guay.
P.—¿Cuál es su relación con el alcohol y las drogas? Parece que si no eres músico y te drogas...
La misma que pueda tener cualquier persona. Hay personas que beben más, otras que son abstemias y otras que hacen deporte. Yo no veo una relación especial de los músicos con las drogas, o no, al menos, diferente a la que pueda tener cualquier otra profesión. De hecho, no me atrevería a decir que hay más droga en un festival que en la consulta de un abogado. Yo creo que hay un estigma. Igual hace años era de otra forma, pero ahora no. Es más normal que te pidan un menú vegano a que te ofrezcan farlopa. Hay mucho prejuicio. Pero seguro que hay más droga en el Congreso de los Diputados que en cualquier festival.
P.—¿Les han ofrecido alguna vez?
R.—¿En el Congreso? (risas). Bueno, mucho antes de formar un grupo ya te la han ofrecido. Pero somos muy sanos. Ya te digo, ahora somos la maravillosa orquesta del agua. No puedes hacer 800 kilómetros en una furgoneta, llegar a las 10 de la mañana, hacer la prueba de sonido, tocar a las 11 de la noche, dormir 4 horas, hacerte otros tantos kilómetros para tocar otra vez... Tienes que estar bien.
P.—¿Cómo recuerdan su primer concierto: fue épico o para borrarlo de la historia?
R.—Para nosotros fue épico, pero para la gente no sé. Lo hicimos en los bajos del estadio El Plantío, en una sala que ya no existe, que se llamaba Sala 27. Sacamos una mesa y nos pusimos a tocar. Fue guay. Y seguro que lo haríamos fatal, pero para nosotros fue muy bonito.
P.—¿Cómo llegan a hacer su primer disco: ‘¿Quién nos va a salvar?'
R.— Antes de ese tuvimos uno en inglés y con ese ya hicimos muchísimos concierto. Hicimos muchísimos pueblos de España, pero el cambio fue muy grande cuando empezamos a cantar en castellano. De repente, nos encontramos todo Burgos se sabía nuestras canciones en concierto. Fue un antes y un después. A partir de ahí hicimos una gira de ciento y pico bolos en un año para presentarlo en festis, en un montón de sitios y... Fue un cambio brutal.
En general, hemos ido muy poco a poco. Donde la primera vez iban tres a escucharnos, la segunda había 10, la siguiente 30 y así. El boca a boca nos ha funcionado muy bien.
P.—¿Desde aquel primer concierto ya llevaron las camisetas blancas?
R.—Esto surge porque un día ensayando uno de nosotros se quitó la sudadera que llevaba puesta y entonces nos dijimos: y por qué no vamos así. Es como una manera de ir todos igual y de darle una importancia justa a la estética —que la tiene—. Da sensación de equipo (risas).
P.—Decían Arde Bogotá en una entrevista que les hicimos recientemente que antes de los conciertos la gente cree que se están drogando y, en realidad, ellos están haciendo abdominales. No sé si es vuestro caso. ¿Habrá que marcar con esas camisetas, no?
R.—No le damos mucha importancia al físico. Ni droga ni abdominales. Salimos y tocamos, no nos hemos planteado hacer una abdominal antes de tocar. Aunque molaría estar mazados. Pero bueno, a ver si para el próximo disco (risas).
P.—¿Se liga más siendo estrellas del ‘rock-indie’?
R.—Estrellas ni somos ni queremos. Pero pasa como con las drogas. No todo el mundo liga fuera y dentro de los grupos, igual que algunos se drogan y otros no. Esto son cosas como de los años 90. Y cuando nos quitamos las camisetas no nos conoce nadie. Puedes estar en un festival viendo al grupo siguiente y nadie sabe que has tocado antes. Creo que vivir en Burgos nos ayuda. Con nuestros amigos no hablamos de música y a ellos les da igual si tocamos en una u otra sala.
P.— En todo este camino, ¿alguno ha estado tentado de dejarlo? Supongo que hasta que llega algo de dinero...
R.—Todos un poco. En 14 años hemos tenido muchos altibajos, pero como nos queremos (risas). Y hemos tenido días difíciles y hemos pasado muchos días juntos y nos hemos dado muchas palizas... Pero en todo esto el dinero no ha sido el motor —aunque, obviamente, si tienes que trabajar en otra movida—. Pero el desgaste a nivel mental ha venido más por las palizas que nos hemos pegado. Hemos hecho muchos conciertos y muchas locuras. Porque un día acabas en Cartagena, tienes que coger el coche para irte a coger un avión, llegas a Colombia, te vuelves... No somos los Rolling, pero nos hemos dado mucha tralla. Y además lo hemos hecho solos, con mucha carga extramusical.
Pero al final lo importante es que hemos tenido buen rollo entre nosotros. Porque de poco sirve estar delante de mucha gente si luego el trato personal es malo. Así que bueno, unos días discutes, otros te abrazas. Y lo importante es que todos estemos bien. Nos daría igual estar tocando ante 100.000 si entre nosotros hubiera mal rollo.

La MODA posa para EL ESPAÑOL durante la presentación de su nuevo single en Callao. EL ESPAÑOL
P.—Cuéntenme alguna batallita épica de estos 14 años.
R.—Pues mira, a un festival llegamos en una Berlingo mucho antes de tocar y ya íbamos con las camisetas de tirantes puestas. Entonces vino alguien del festival y nos recibió a lo grande. ¡Menos mal que ya habéis llegado, os estábamos esperando! Se creía que éramos los fontaneros, porque nos llevó a los baños y nos dijo: podéis empezar por los que están atascados.
P.—¿Os tienta la fama de tocar, yo qué sé, en el Wanda Metropolitano?
R.—Da miedo. Que nuestra música llegara a mucha gente sería increíble, pero la fama... No le veo atractivo. La fama sería la parte negativa de tocar en ese estadio. Creo que ha estado bien vivir en Burgos para mantenernos ajenos a esa burbuja.
P.—¿Darían algún año de su vida por hacer un Bernabéu o un Wanda Metropolitano?
R.— (En este caso David es el más rotundo). Yo sí me quitaría algún año de mi vida. De los 85 a los 95. (Entre el resto hay diferentes opiniones).
P.—¿Y por hacer 10 como Bad Banny? Eso es mucho dinero.
R.—No es por la pasta, es por tocar ahí. Lo que mola es tener tu ejército, porque es tu sueño de niño, que la gente cante tus canciones...
P.—¿Os gusta Bad Banny? ¿Habríais ido a su concierto?
R.—Nos hubiera encantado que nos regalaran alguna entrada, que estaban caritas (risas). Pero sí, nos gusta. Es música popular, que es lo que hacemos nosotros. Y tiene temas, como todos.
P.—¿Algún pecado musical que podáis desvelar?
R.—¿Chayanne? Pero bueno, no es un pecado. Es música y nos gusta.
P.—¿Cómo les ha cambiado todo desde sus inicios?
R.—Mucho. Somos más viejos. Por lo demás, hay alguno que ha sido padre (Caleb) y, nada, vamos a ver si ampliamos la familia y hay algún niño más. Que queremos contratar a los chavales para que vengan con las pipas (risas).
P.—¿Qué les preocupa más allá de la música?
R.—La familia, que estén bien. Y las personas.
P.—No sé si sienten como propio alguno de los problemas de su generación. El principal, quizá, no tener una casa en propiedad. ¿14 años en la música dan para eso?
R.—Hay de todo. Hay algunos que tenemos casa, otros que están de alquiler. Pero la problemática es diferente entre los que vivimos en Burgos y los que viven en Madrid. Allí está mal la cosa, pero te puedes ir a 15 kilómetros y consigues algo por un precio más razonable. Aquí en Madrid la gente no puede emanciparse, tiene que compartir con un montón de gente... Ha subido mucho el precio en todos sitios.
P.—Cantan en ‘Héroes del sábado noche’: “Dónde está la gente que puede cambiar el mundo con solo mirar”. ¿Dónde está?
R.—Dinos tú que hablas con mucha gente todos los días (risas). Bueno, son preguntas que te haces en un momento dado de tu vida y a las que no siempre les puedes dar respuesta.

La MODA posan en un paso de cebra de la Gran Vía para EL ESPAÑOL. EL ESPAÑOL
P.—¿Los gobiernos, ahora mismo, son capaces de cambiar la vida de los ciudadanos?
R.—La vida te la cambia tu abuela. Ahí empieza todo, en tu mundo.
P.—¿Y los gobiernos?
R.—Están muy alejados de los problemas de la gente de la calle. Hay una brecha muy grande entre la gente y los diputados del Congreso. Sea del partido que sea. Estamos en un momento en el que la gente se ha separado de la política porque cada vez está más separada de los políticos. Y no hablamos del Gobierno, hablamos de una cosa general. Que pasa en todos los países y que no hay esperanza de que pueda cambiar.
P.—Volviendo a la música. ¿Cuál es vuestro mayor miedo en esta nueva etapa?
R.—Que estemos bien todos. Que no nos pase nada, que no tengamos ningún percance en la carretera...
P.—¿No os da vértigo que algún día os dejen de escuchar y acabar tocando en, no sé, cualquier pueblo pequeño?
R.—Es un honor. No hay ciudades mejores ni peores. Somos un grupo con mucha trayectoria y hemos picado mucha piedra. Y nunca hemos tenido un pico. Por ejemplo, no hace tanto, un día tocamos en el BBK con 8.000 personas delante y al otro día estábamos en las fiestas de Teruel con 20. Lo único que nos preocupa es poder seguir con el grupo —aunque un día tengamos que hacer otras cosas—.
P.—¿Cómo os veis dentro de 10 años?
R.—Más viejos y con más niños en el grupo. Ojalá podamos continuar tocando, estrenando singles y que estemos aquí contigo haciendo esta entrevista. Y que sigamos con la misma ilusión que tenemos con la llegada de este single.
P.—Para terminar. ¿Qué le pedís a la música y la vida?
R.—La música nos ha dado mucho más de lo que nosotros le hemos dado a ella. Así que no le podemos pedir nada. Se ha portado bien. Y a la vida, alegría. Que esta sensación que tenemos ahora nos dure siempre. ¡Alegría y salud!