
Ilustración de Sofía Casanova. Julia Ramírez. 3c1j39
Periodista a los 15 años y candidata al Nobel: la precoz carrera de Sofía Casanova, la mujer que entrevistó a Trotski r1o4v
La gallega vivió las dos guerras mundiales, perdió a su tercera hija y sobrevivió a persecuciones por contar lo que sucedía en Rusia en los periódicos españoles. f5h2k
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Esta mujer fue una de las primeras corresponsales de conflicto españolas residentes en un país extranjero, se separó de su marido tomando las riendas de su vida en pleno siglo XIX y fue testigo de dos guerras mundiales, la lucha de las sufragistas en Inglaterra, la caída de la dinastía de los Romanov, el nacimiento del partido bolchevique en Rusia, las barbaries cometidas por el hombre y la no tan lejana Guerra Civil española.
Hija de la neerlandesa Rosa Casanova Estomper y del orensano Vicente Pérez Eguía, Sofía Guadalupe Pérez Casanova nació el 30 de septiembre de 1861 en La Coruña, dos años antes de que sus progenitores contrajeran matrimonio. Su infancia estuvo marcada por el abandono de su padre siendo apenas una niña y el cobijo que sus abuelos maternos les ofrecieron, ayudándoles a subsistir.
Estudió sus primeros años en una escuela privada de La Coruña hasta que, en 1874, cuando tan solo tenía 13 años, su familia decidió mudarse a la capital española. Madrid fue el lugar donde comenzó sus estudios de poesía y declamación, codeándose así con grandes personalidades, labrándose una vida independiente e incluso conociendo al amor de su vida.
Sus dotes para la escritura fueron descubiertas por su madre, quien, al encontrar en un cajón de su habitación sus poemas, no dudó en enviarlos al Faro de Vigo. Con tan solo 15 años y sin saberlo, Sofía ya ocupaba páginas de periódicos. Pero nadie pensó que aquello solo sería la punta del iceberg.
La habilidad de la gallega para las letras llegó a la mismísima Casa Real. Su padrino, el conde de Andino y tutor del entonces rey Alfonso XIII, la introdujo en la corte como joven poeta. Estuvo presente y participó activamente en reuniones literarias en la Corte, lo que la llevó a obtener la iración de Alfonso XIII, quien, además, pagó los gastos de la edición de un libro con los versos de la joven.
En esos años, su amigo Ramón de Campoamor le presentó en las tertulias de Clara Campoamor a Wicenty Lutoslawski, un filósofo y diplomático polaco que se convirtió en el compañero de vida de Sofía. El 19 de marzo de 1887, con 26 años, contrajo matrimonio en la Iglesia de San Marcos en Madrid.
Tras la celebración, fijaron su residencia en Drozdwo, Polonia. La carrera diplomática de Wicenty le dio a Sofía la posibilidad de viajar por la Vieja Europa y dominar seis idiomas: portugués, italiano, francés, inglés, polaco y ruso. De su matrimonio nacieron sus cuatro hijas: María, Izabela, Yadwiga (falleció por disentería y por la negativa de su padre a recurrir a medicamentos convencionales, sumiendo a Sofía en una fuerte depresión) y Halina.
Para el polaco, sus hijas no eran suficientes, él ansiaba un varón y comenzó a tener relaciones con otras mujeres en busca de un heredero. Estos actos tan indecorosos por parte del hombre, sumados a la depresión que arrastraba la gallega, hicieron que el matrimonio fuera a la deriva.
En 1894 escribió su primera novela: El doctor Wolski, en la cual mostró todo lo que estaba viviendo Polonia a nivel político y social. Tras su separación, en 1905 fijó su residencia en Madrid e inició su carrera como colaboradora en las grandes cabeceras del país: ABC, Blanco y Negro, La Tribuna o El Liberal, entre otros. Un año más tarde, fue itida y pasó a ser miembro de la Real Academia Gallega. Realizó trabajos de traducción de obras clásicas polacas y rusas al español.
Antes de que estallara la Gran Guerra, creó el Comité Femenino de Higiene Popular (1911) con el propósito de difundir normas de higiene y salud básicas para la infancia y las madres. Ese mismo año entró a formar parte de la Academia Española de la Poesía Española y, en 1913, publicó una recopilación de artículos con el título de Exóticas. Benito Pérez Galdós, el entonces director del Teatro Español, le dio la oportunidad a Sofía de debutar como actriz para una obra denominada La madeja, una comedia que tan solo se representó una vez, pero que obtuvo una crítica excelente por parte del público.

Sofía Casanova.
La Primera Guerra Mundial la pilló desprevenida, pues se encontraba en la frontera alemana en una de sus frecuentes visitas a sus hijas. Tras abandonar la zona y dirigirse hacia Varsovia, la gallega volvió a demostrar su valentía y se hizo enfermera de la Cruz Roja. Compaginó su labor como sanitaria escribiendo crónicas de la guerra para ABC, donde la nombraron Corresponsal de Guerra en Europa Occidental. Por su trabajo conoció a personas como Marie Curie y Leon Tolstói.
Cuando Varsovia ya no era un lugar seguro para ellas, fue el momento de exiliarse a Minsk y después a San Petersburgo, donde vivió de primera mano la debacle de la Rusia zarista, la caída de la Corte Imperial de los Romanov y la Revolución de Octubre. La Rusia comunista fue un punto álgido en la vida de la corresponsal, pues pudo vivir también la muerte de Rasputín, el golpe de Estado de Lenin y conseguir un hito en el periodismo: fue la mujer que entrevistó a Trotski.
Su estancia en Rusia no fue fácil, fue testigo de las fuertes revueltas provocadas en la insurrección popular del 3 de julio, las cuales le ocasionaron una lesión ocular que lamentablemente arrastraría el resto de su vida. La caída de la dinastía de los Romanov le pilló de sorpresa en San Petersburgo y no dudó ni un segundo en escribir crónicas sobre todo cuanto estaba sucediendo, llegando a ser perseguida y censurada por ello.
En su regreso a España, entre 1919 y 1930, publicó De la Revolución rusa en 1917 y La Revolución bolchevista: diario de un testigo. El tiempo que pasó en la península también lo invirtió escribiendo para varios periódicos, lo que hizo que su nombre empezase a resonar como candidata para el Premio Nobel de Literatura en 1925. Ese mismo año recibió la Gran Cruz de la Orden Civil de Beneficencia de Alfonso XIII por la ayuda prestada en la guerra junto a la Cruz Roja.
Aun estando en la otra punta de Europa, Sofía siguió diariamente y con gran preocupación lo que sucedía en la Guerra Civil. Como no podía ser de otra manera, la gallega habló sobre el bando nacional y para sorpresa de todos, ¡a favor! Hacer público su posicionamiento hizo que llegase a oídos del mismísimo Francisco Franco, quien la emplazó en Burgos en 1938 para entrevistarlo. Según sus pareceres, un golpe de Estado provocado por el Ejército traería momentos de desarrollo y esplendor para España, como declaró en La Voz de Galicia.
Volvió a Polonia por Navidad para estar con sus hijas cuando le sorprendió una nueva guerra. Hitler, con su ambicioso plan de conseguir una gran y aria Alemania, daba comienzo a la Segunda Guerra Mundial. En esos momentos Sofía contaba con la ayuda de Franco, quien le proporcionó un salvoconducto para huir de Varsovia hacia la embajada española en Berlín.
Entonces, la mujer que afirmó que lo mejor que le podía suceder a España estaba dentro del bando nacionalista, se horrorizó tras ver las calles alemanas manchadas con sangre de inocentes a manos de los nazis. Aunque vivía con una privilegiada seguridad, Sofía no pudo no escribir en contra de lo que estaba viendo. Alejó su postura de lo que representaba el bando nacional español y escribió páginas para que en la posteridad se conociese el horror nazi.
Polivalente y decidida, llevó en sus manos más de 1200 textos entre artículos, ensayos, relatos, teatro, poesía y novelas. La corresponsal y enfermera murió el 16 de enero de 1958 en Poznan, Polonia, con el deseo de ser enterrada en su tierra natal.