Marian Rojas, psiquiatra: "Aprender a gestionar el estrés puede determinar la calidad de nuestra vida" 373s30

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha calificado al estrés como "la epidemia del siglo XXI", debido a los sorprendentes datos que la rodean. En todo el mundo, se estima que una de cada cuatro personas sufre algún problema grave de estrés, y en las ciudades, alrededor del 50% tiene algún problema de salud mental relacionado.

Más allá de las consecuencias psicológicas que todos conocemos, como síntomas de ansiedad y depresión, tensión, irritabilidad, cambios de humor o una mayor sensibilidad, el estrés puede afectar a nuestra salud general. De hecho, según los expertos, "es el factor desencadenante de más del 90% de las enfermedades".

Cuando vivimos una situación de estrés, nuestro cuerpo reacciona liberando hormonas que lo preparan para "lucha o huida", como el cortisol. Esto puede provocar cambios físicos como aumento de la frecuencia cardíaca y presión arterial, tensión muscular, y cambios en la digestión, que "determinan la calidad de nuestra vida", indica la psiquiatra Marian Rojas.

La importancia del estrés en la salud 5ha4h

Según indican las entrevistas, reportajes y estadísticas, en la actualidad existe un aumento del pesimismo, especialmente entre jóvenes. Factores como la pandemia de COVID-19, las noticias negativas y las dificultades económicas pueden influir en esta tendencia cada vez más en alza y que, más allá de ser un dato anecdótico, puede perjudicar nuestro estrés.

Como consecuencia de los pensamientos, preocupaciones y una visión pesimista, el estrés se ha duplicado en la actualidad. Según indica Rojas, "la salud depende del filtro con el que conectamos con la realidad", si nos despertamos con una mentalidad negativa, "intoxicamos nuestro cuerpo de cortisol".

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Técnicamente hablando, el cuerpo responde al estrés a través del eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal. Cuando percibimos una amenaza, el hipotálamo envía señales a la hipófisis, que a su vez estimula las glándulas suprarrenales para que liberen hormonas como el cortisol y las catecolaminas (adrenalina y noradrenalina).

Estas sustancias preparan al organismo para reaccionar rápidamente, aumentando la frecuencia cardíaca, la presión arterial y liberando glucosa para proporcionar energía, "una vez han hecho su función, desaparecen". Esta reacción es útil en situaciones puntuales, pero cuando se prolonga en el tiempo, tiene efectos perjudiciales en distintos sistemas del cuerpo.

Cuando una persona vive en un estado de estrés crónico, su organismo está constantemente liberando cortisol y catecolaminas, lo que genera múltiples trastornos en la salud, "se produce inflamación, se debilita el sistema inmunológico, aparecen problemas digestivos, dolores de cabeza, alteraciones dermatológicas y síntomas neurológicos como temblores o adormecimientos", indica Rojas.

Pero no solo se trata de síntomas físicos; a nivel psicológico, el estrés deteriora nuestro bienestar emocional. "Nos sentimos más irritables, tristes, fatigados y desconectados de nuestra capacidad para concentrarnos o disfrutar", como consecuencia, perjudicamos nuestra calidad de vida y, además, entramos en un bucle de pesimismo.

Sin embargo, y a pesar de la influencia del estrés en la salud, Rojas indica que es un sentimiento que se puede "gestionar" y que una vez aprendamos a hacerlo, podremos cambiar completamente la dirección de nuestra vida.

Biológicamente, el ser humano está preparado para sostener puntualmente momentos de estrés, especialmente cuando la huida o la reacción rápida pueden ser necesarias para sobrevivir en nuestro entorno; sin embargo, los únicos responsables de que este mecanismo se active sin una amenaza real somos nosotros mismos y nuestra percepción alterada de la realidad.

La clave, según Rojas, está en ser conscientes de las señales que nos da el cuerpo. No se trata solo de tratar el síntoma físico con analgésicos o medicamentos, sino de entender que detrás de ese dolor de cabeza o esa inflamación puede haber un problema emocional o psicológico más profundo.