Un crucero a su paso por la Antártida.

Un crucero a su paso por la Antártida. iStock 156w47

Historias

Las anclas de los barcos rasgan el fondo del océano Austral: las imágenes inéditas del daño que sufre la Antártida 6w6d2a

Un grupo de científicos ha conseguido grabar, por primera vez, el rastro que dejan los navíos a su paso por el polo sur. 6d2qk

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Un grupo científico del Instituto Nacional de Investigación del Agua y la Atmósfera de Nueva Zelanda y la organización conservacionista de California KOLOSSAL publica, en la madrugada del 9 de junio, imágenes inéditas de la Antártida. En concreto, de su océano Austral.

En ellas, puede verse con claridad el rastro que van dejando a su paso las anclas y cadenas de cruceros, barcos de investigación, pesqueros y embarcaciones privadas.

El impacto humano en el fondo marino de la Antártida, al igual que en su fauna, cuenta aún con poca investigación, pero según estos científicos estaría en un problema crítico de conservación.

Así, al menos, lo aseguran en la publicación de su estudio al respecto en la prestigiosa revista especializada Frontiers in Marine Science. En él, insisten en que los barcos operan en cualquier océano, e incluso las aguas más remotas están a merced de sus cadenas.

Echar el ancla, dicen los investigadores, "no solo altera la vida marina". También puede "dañar cables o tuberías submarinas, interrumpir las comunicaciones y cortar el suministro eléctrico".

A pesar de ello, el anclaje, como la actividad marítima en general, es cada vez mayor en todo el planeta, incluso en el polo sur.

Imágenes inéditas del fondo marino dañado junto a otra zona sin anclajes en el océanos Austral. Matt Mulrennan

Ahora, el equipo de Matthew Mulrennan, autor principal del estudio, científico marino y fundador de KOLOSSAL, ha grabado por primera vez las verdaderas consecuencias de un gesto tan común para quienes se suben en un barco como dejar caer el ancla.

Imágenes inéditas 3s5g6n

"Nunca se habían documentado los impactos del anclaje de barcos y el daño de las cadenas en aguas antárticas", asegura Mulrennan, quien añade: "Las actividades en la Antártida están sujetas a muchas normas estrictas de conservación, sin embargo, el anclaje de barcos está casi sin regular”.

Tal y como recuerda el autor de la investigación, la documentación relativa a las actividades que se desarrollan en el polo sur y sus inmediaciones "llegan con demasiado retraso, teniendo en cuenta la importancia de este ecosistema".

De ahí que, a pesar de las normativas restrictivas, se produzcan estas paradojas de suelos marinos arrasados.

Imágenes inéditas del daño que provocan los anclajes en el océano Austral. Matt Mulrennan

Además, otra de las autoras, Sally Watson, geofísica en el Instituto Nacional de Investigación del Agua y la Atmósfera de Nueva Zelanda, advierte de que las verdaderas consecuencias de los anclajes en los ecosistemas y su biodiversidad carecen apenas de investigación y se "subestiman" en todo el globo.

"Es fundamental reconocer y mitigar los impactos en todas las industrias y limitar el anclaje planificado", indica.

Un problema olvidado 6w2s3m

Aunque no existen cifras oficiales, este grupo de científicos estima que, durante la temporada 2022-2023, "al menos 195 embarcaciones turísticas, de investigación, de pesca y yates privados fueron registradas en profundidades aptas para anclar en la Antártida, que generalmente no superan los 82,5 metros".

Es más que probable, aseguran, que hay más barcos operando en la zona "sin licencia".

Para Mulrennan, el anclaje sería "el problema de conservación oceánica más pasado por alto en términos de alteración global del fondo marino; está a la par con los daños causados por la pesca de arrastre de fondo".

Y zanja que se trata de "una cuestión ambiental urgente, pero como no se ve, se olvida".

Especies frágiles y únicas 5x5q3a

El verdadero problema está en las especies que habitan en las profundidades aptas para el anclaje en la Antártida.

Pues, como indican los investigadores, "crecen lentamente, son sésiles —no se pueden mover por sí solas— y solo se encuentran en la Antártida".

Esto las hace únicas y "particularmente vulnerables a las perturbaciones". Como explica Watson, se sabe que "los impactos de las anclas en los arrecifes tropicales pueden durar una década".

Y continúa: "En los sedimentos fangosos, los surcos pueden seguir siendo visibles más de diez años después".

Esta es la vida marina de las zonas de anclaje del océano Austral. Matt Mulrennan

A esto habría que añadirle que "la recuperación ecológica es muy específica de cada sitio", matiza la geofísica.

Y añade: "Los seres de aguas frías crecen mucho más lento que en temperaturas más cálidas"; por lo que la recuperación irá también más despacio a mayor latitud.

Cámaras submarinas 5c1217

Para conseguir estas imágenes inéditas, el equipo usó cámaras submarinas con las que observó el fondo oceánico en 36 coordinadas distintas de la península antártica y la isla Georgia del Sur.

Las grabaciones se realizaron durante el verano austral y cerca de la superficie, a media profundidad y a un metro sobre el fondo marino.

En ellas rápidamente observaron alteraciones en el fondo y la vida marina donde los barcos habían anclado. En los vídeos se aprecian estrías, surcos y depósitos de lodo derivados de la recuperación de las anclas en el sustrato del fondo oceánico.

Asimismo, en las grabaciones puede verse cómo en las zonas de anclaje la vida marina ha prácticamente desaparecido. En su lugar, los investigadores aseguran reconocer "colonias de esponjas aplastadas y una falta de biomasa bentónica".

Los pingüinos y las focas son los principales reclamos turísticos de la Antártida, pero su vida peligra por la pérdida de diversidad marina.

Los pingüinos y las focas son los principales reclamos turísticos de la Antártida, pero su vida peligra por la pérdida de diversidad marina. iStock

Por el contrario, justo al lado de los sitios de anclaje, se aprecia cómo la vida marina prospera. "El daño observado estuvo a punto de afectar a tres esponjas volcánicas gigantes, que se cree son los animales más antiguos del planeta y que pueden vivir hasta 15.000 años", lamenta Mulrennan.

En esas profundidades aptas para echar el ancla también se han registrado otras especies como estrellas de mar antárticas, pulpos antárticos gigantes, arañas de mar, además de peces variados.

Al respecto, Mulrennan concluye: "Los extraños y maravillosos animales que se ven afectados son importantes para filtrar el agua, capturar carbono y proporcionar refugio, alimento y hábitats complejos que benefician a todo el ecosistema marino".

Y es que son vitales para la supervivencia y la vida de esos pingüinos y focas que tanto atraen a los turistas a la zona.