
Participantes del desfile de carnaval de Algeciras lanzan confeti. iStock
De las comadres y las comparsas al entierro de la sardina: así vive los carnavales una persona 'ecoansiosa'
Estas festividades no están reñidas con el compromiso medioambiental; solo son necesarios algunos ajustes para vivirlas de manera sostenible.
Más información: 5 consejos para unos carnavales libres de plásticos
Antroxu, entroido, iñauteriak, ihoteak, inoteak, carnestoltes… El carnaval recibe muchos nombres a lo largo y ancho de la geografía nacional. Las tradiciones cambian dependiendo de la comunidad autónoma; unas son más famosas fuera de sus fronteras que otras.
Pero esta fiesta que llena de colores las calles tiene algo en común en todo el territorio: el confeti, la purpurina y… ¡oh, no!, la ecoansiedad que le (nos) puede producir a las personas que cuya conciencia sostenible les impide disfrutar de los carnavales del usar y tirar. Porque, seamos sinceros, ni el plástico de los disfraces comprados en plataformas de fast fashion ni el humillo negro que suelta la sardina cuando se la quema durante el entierro pueden ser muy sostenibles, ¿verdad?
Si usted es ecoansioso como, sin duda, lo es quien escribe estas líneas, probablemente lleve regulinchi estas fechas. Y es que, según la Federación Española de Recuperación y Reciclaje, en nuestro país se tiran, al año, 781.990 toneladas de residuos textiles.
Buena parte son producto directo de la sobrecompra durante las rebajas, pero los carnavales son carne de cañón para que disfraces y prendas que forman parte de ellos acaben, tarde o temprano, en la basura. Además, seamos sinceros, ¿conoce a alguien —o a muchos, mejor dicho— que guarde la peluca de colores, fabricada con fibras plástica, que compra a última hora para disfrazarse?
Dicho eso, una ecoansiosa que ama el carnaval —la que escribe— lleva años dándole vueltas a cómo hacer de estas fiestas tan señaladas y divertidas una oda al planeta. Y calmar, de paso, esa desesperación que la invade cada vez que llegan esos días señalados en el que el usar y tirar gana la partida a la conciencia sostenible.
Hoy, ha llegado el momento de compartir con usted esta reflexión convertida en tres sencillos pasos que transformarán el carnaval en un juego eco. No es complicado, no es caro, pero requiere, como dicen los anglosajones, pensar fuera de la caja y echarle imaginación.
Paso 1: adaptación
La palabra mágica de la acción climática es la que titula estas líneas. Adaptarse o morir es una expresión que se viene repitiendo con cierta frecuencia en los últimos años. La ha mencionado en alguna que otra ocasión el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, y aunque no se refería al carnaval, bien podría aplicarse al tema que nos atañe.
Piense, por un instante, en todo el plástico de un solo uso y residuos que genera esta fiesta —cualquier celebración, en realidad—. Según el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO), en España se consumen 13,6 millones de toneladas de plástico al año. De ellas, 1,1 millones de toneladas son de usar y tirar.
Traducido al día a día, cada español consume de media 22,7 kg de plástico de un solo uso al año. Eriza la piel cuando se recuerda que el Parlamento Europeo estima que los océanos contienen más de 150 millones de toneladas de plásticos en la actualidad. Y seguro que más de un kilo de esos que usamos y tiramos en España cada uno de nosotros ha acabado en el mar.
Una ecoansiosa se para un instante a coger aire y respirar. Lo hecho, hecho está. Pero ¿y si nos adaptamos? Hay ayuntamientos y centros educativos en España que ya empiezan a hacerlo: cada vez más colegios que, por ejemplo, apuestan por repensar, reutilizar y rediseñar en carnaval para que el alumnado reaproveche lo que tiene en casa y en el aula y lo convierta en disfraces.
Por su parte, el Observatorio de Cambio Climático del Ayuntamiento de Valencia ofrece actividades que se enmarcan dentro de su proyecto de carnaval sostenible. El de Santa Cruz de Tenerife, por ejemplo, se ha propuesto concienciar a locales y visitantes sobre la importancia de reutilizar y reciclar durante los festejos.
En Cáceres apuestan por los vasos reutilizables para intentar reducir residuos. Y el consistorio de Bollullos, en Huelva, ha montado todo un taller de confección de disfraces con materiales usados.
Aunque claro, cualquier ecoansioso pensará que todo esto está muy bien, que son pasitos necesarios, pero que queda mucho por hacer para que el carnaval sea realmente sostenible. Y ahí entraría lo que cada uno de nosotros puede aportar. Si le echamos imaginación, también podemos adaptarnos para ser más eco en nuestras elecciones carnavaleras.
Paso 2: qué sí, qué no
El carnaval tiene mucha cola y no en toda España empieza a la vez. En Asturias, por ejemplo, el pistoletazo de salida se da hoy mismo, jueves 27 de febrero, con la celebración de las comadres. Cada jueves antes del martes de carnaval —o Antroxu—, las mujeres asturianas salen a cenar y festejar su sororidad, normalmente disfrazadas o, al menos, con algún que otro detalle carnavalesco encima.
Y aquí empiezan los dilemas. Porque si algo no sobra es el confeti y la purpurina. Para el primero, hay una solución fácil: apostar por el que esté libre de plásticos.
Es muy sencillo encontrar confeti de papel e, incluso, se puede hacer fácilmente en casa. Solo son necesario un par de ingredientes: hojas de colores (mejor que mejor si ya están garabateadas) y una taladradora (o perforadora) de papel. En un tris tras el confeti casero estará listo.
La cuestión de la purpurina es más complicada, pues la mayoría de las marcas contienen microplásticos. Y es que está fabricada con aluminio y tereftalato de polietileno (PET). Este último acabará, inevitablemente, en el mar y tardará hasta un siglo en degradarse. Por si esto fuera poco, la Unión Europea no ve con buenos ojos este material altamente contaminante.

Pintura facial con purpurina en una fiesta de disfraces. iStock
Pero si no puede vivir sin ella, tal vez pueda encontrar alguna alternativa. La versión casera solo requiere tres ingredientes: sal, colorante alimentario y una bolsa de congelación. Es, además, muy fácil de producir: se elige la sal con el grosor deseado, se mete en la bolsa (o bolsas, para disponer de más colores) y se mezcla bien durante unos minutos.
Y voilà. Ya está una purpurina lista que servirá para usar sobre papel o sobre la piel. Para esto último, lo mejor es mezclarla con crema corporal. Aunque la mejor opción, sin duda, es buscar purpurina ecológica y glitter biodegradables, muchas tiendas cosméticas la venden y son responsables con el medioambiente.
Paso 3: la fiesta del disfraz
El elemento clave para que el carnaval sea sostenible está en el disfraz. Con un poquito de organización y creatividad, cualquier armario puede convertirse en la materia prima idónea para caracterizarnos.
Aunque el primer impulso sea acudir a una tienda (o a internet), lo más barato y ecofriendly sería hacerlo uno mismo. Buscar y rebuscar entre la ropa vieja para cortar, coser y rehacer es lo más respetuoso con el medioambiente.
Unos vaqueros viejos y rotos se pueden convertir en el outfit de un zombi. Looks ochenteros, vestidos que recuerdan a los de las protagonistas de cualquier película… solo es necesario echarle un poco de ganas y muchas dosis de imaginación.